Es evidente que nuestro trato con la matemática varía en complejidad, según los objetos que empleamos (números y formas) para realizar una acción (nombrar, operar, medir) en un contexto o situación específica.
Por Emma Carreño. 28 febrero, 2023. Publicado en El Tiempo, el 25 de febrero de 2023.Pese a que muchos quisieran desaparecerla, hemos de reconocer que la matemática es imprescindible en nuestra vida. Si bien es una ciencia teórica, su uso se evidencia en acciones cotidianas como saber nuestra edad, reconocer una hora del día en un reloj, diferenciar los símbolos que debemos marcar para llamar por teléfono, tomar o pedir la cantidad de masa u objetos en una tienda, comprobar el vuelto recibido, determinar si un mueble tendrá el espacio requerido en una habitación, etc.
Los ejemplos anteriores, hacen visible el uso cotidiano de la matemática y su variada complejidad en cada caso pues, no es lo mismo reconocer los símbolos marcados por un reloj que operar con ellos para determinar cuánto tiempo falta para llegar a casa. Así pues, es evidente que nuestro trato con la matemática varía en complejidad, según los objetos que empleamos (números y formas) para realizar una acción (nombrar, operar, medir) en un contexto o situación específica. De lo anterior, podemos concluir que necesitamos desarrollar habilidades matemáticas de distinto tipo y complejidad.
Según el diccionario de la Real Academia Española, “habilidad es la capacidad y disposición para algo”. De esta definición es importante diferenciar dos conceptos: habilidad y disposición. La primera se refiere a la cualidad o aptitud, mientras que disposición se corresponde con la inclinación o decisión para hacer algo. Si aplicamos estas definiciones al campo de la matemática, podemos decir que, para desarrollar habilidades matemáticas es necesario tomar la decisión de ejercitarse en ellas o disponer los medios para que otros las adquieran desde la infancia.
Según el currículo nacional, en el nivel Inicial los niños deben comenzar el desarrollo de la resolución de problemas de cantidad y de forma, movimiento y localización. Esto supone promover situaciones y juegos en los que cuenten, agrupen, ordenen, agreguen y quiten objetos de su entorno; diferencien entre uno, ninguno y muchos; se sitúen en el tiempo, reconociendo ayer, hoy y mañana; localicen arriba-abajo; y, comparen medidas, de tal manera que distingan pequeño-grande, corto-largo, cerca-lejos.
Promover habilidades matemáticas desde la infancia, requiere que todos los agentes educativos que rodean al niño (familiares y profesores) se comprometan a propiciar situaciones lúdicas para el desarrollo de las habilidades descritas. También, que los programas de formación de profesores de Inicial y Primaria oferten asignaturas de sólido conocimiento matemático, y no solo didáctico, pues en dichos niveles educativos se sientan las bases para una educación matemática de calidad.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.