Para un buen inicio del año escolar, los equipos docentes podrían aprovechar los actuales canales de comunicación para ir poniendo en común, con las familias y los estudiantes, las tareas que realizan para asegurar un ambiente acogedor e idóneo.
Por Moises Pariahuache. 06 marzo, 2023. Publicado en El Peruano, el 4 de marzo de 2023.En el inicio de un año escolar, en las familias se advierte una convergencia de actitudes variadas en los niños: alegría, entusiasmo, curiosidad, nerviosismo, incertidumbre e incluso un poco de miedo -lo nuevo siempre genera cierto nivel de tensión psíquica-, según la edad y la familiaridad con el ambiente al que les toque concurrir. Para asistir al colegio, cada uno lo hace en virtud de un conjunto de esfuerzos como haber ahorrado para los materiales educativos, habituarse a levantarse temprano, cooperar con alguna actividad en casa, superar pequeños miedos, caminar o transportarse -en muchos casos grandes distancias-, entre otros. Ir a clases siempre tiene una cuota de sacrificio, por eso, el profesorado tiene la misión de adecuar el escenario escolar para que el esfuerzo de cada niño valga la pena ser realizado y sostenido en el tiempo.
Resulta estratégico organizar bien el primer día de clase, porque este genera una impronta en la mente de los niños; las primeras experiencias trascienden en la vida de las personas. Es necesario prepararse para acogerlos con cordialidad, integrarlos con sus compañeros, dialogar con respeto, valorar lo singular de cada quien, ofrecerles un ambiente ordenado y con actividades formativas. Así también, hay que propiciar un ambiente seguro, rico para el aprendizaje y un trato humano. Con todo ello, el niño se sentirá a gusto y motivado para regresar; y, sobre todo, empezará a apreciar la importancia de cada valor puesto en práctica. Recordemos que los niños aprenden más por lo que ven que por el discurso que se les comparta.
Para un buen inicio del año escolar, los equipos docentes podrían aprovechar los actuales canales de comunicación para ir poniendo en común, con las familias y los estudiantes, las tareas que realizan para asegurar un ambiente acogedor e idóneo para el estudio. Podría ser muy funcional ir haciéndolos partícipes de lo que realizan para hacer de la escuela un ambiente atractivo. La comunicación fluida, positiva y transparente generará confianza, cohesión e incluso admiración. El saber que el profesorado está comprometido con la gestión de un ambiente de calidad para ellos refuerza el sentimiento de valoración personal y aprecio al maestro, por su entrega profesional y su vocación para resolver los problemas de su entrono educativo. Hacer las escuelas atractivas para la diversidad de talentos de los escolares es un gran desafío.
Por otra parte, aunque los materiales educativos siempre son necesarios para el desarrollo de las actividades pedagógicas, no es prudente reducir los esfuerzos a la creencia de contar con lo último de las tecnologías solucionará los desafíos actuales. Antes bien, partiendo de la idea que las cosas son un medio para los fines que las personas determinan, es recomendable que el profesorado evalúe con qué recursos cuenta y cómo puede optimizar su uso para hacer posible que la niñez interactúe con una variedad de alternativas que respondan a sus intereses y les faciliten ir descubriendo sus aptitudes y vocaciones. El sentido de la educación es ayudar al crecimiento de cada persona, por tanto, más que una educación masiva, se necesitan experiencias formativas variadas y mediadas por el trato personal.
Como consecuencia de las particularidades de los tres últimos años, se advierte en el alumnado lo siguiente: limitaciones en el dominio de competencias esperadas para su ciclo escolar, deficiencia en hábitos de estudio, poco aprecio por la autoexigencia y una débil capacidad de atención; estas situaciones ameritan un diálogo participativo -incluso con los padres de familia- para establecer un plan de acción y unas normas de convivencia.
Es vital identificar que problemas y definir objetivos de trabajo. Por ejemplo, según los fines que se decidan, unas escuelas podrían requerir del uso de dispositivos tecnológicos como el smartphone e incluso el uso de aplicaciones basadas en lo actualmente llamado “inteligencia artificial”; en cambio, en otras, podría ser necesario desconectarse unas horas de ese tipo de medios. Estas herramientas no son malas en sí mismas, su valor depende de la forma de uso y su correspondencia con el fin que persiguen. Sin embargo, algo que siempre funciona y que bien lo advierte la investigadora canadiense Catherine Lecuyer es esto: “La mejor preparación, incluso en un mundo cada vez más digital, es la que tiene lugar en el mundo real”.
En el inicio de este año escolar, hagamos que, desde la realidad que vive cada maestro, logre despertar el amor por el saber y el buen obrar. Y, que renueve cada día su esperanza y compromiso de sacar lo más valioso de cada niño y niña.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.