Tras el impacto de la pandemia y la creciente conciencia sobre importancia de la salud mental en el mundo, es momento de que las empresas y los gobiernos implementen estrategias para salvaguardarla.
Por Gabriela Hernández. 20 marzo, 2023. Publicado en Correo, el 20 de marzo de 2023.¿Cuáles serían las más adecuadas?; y, sobre todo, ¿cómo se pueden obtener datos fieles sobre la salud mental para echar a andar estas estrategias en las organizaciones y al nivel de políticas públicas?
El doctor Sebastián Tello-Trillo, profesor de microeconomía aplicada en la University of Virginia (Estados Unidos) y docente asociado de la Lima School of Economics de la Universidad de Piura, comentó sobre el impacto de la salud mental en la productividad y la importancia de considerarla tan relevante como la salud física de los colaboradores. Asimismo, brinda recomendaciones para considerar la salud mental como un índice importante en las políticas públicas.
¿Cuál es el impacto de la salud mental en la productividad?
Para entender cómo afecta la salud mental la productividad, es necesario comenzar por lo más sencillo: salud mental es salud integral, como lo es la salud física. Si creemos que esta última afecta la productividad, es fácil creer que la salud mental lo haga también. Cuando hay malestar por depresión o ansiedad, o por la pérdida de un familiar el rendimiento del trabajador disminuye, por tanto, también la productividad; la calidad y cantidad de trabajo serán muy bajas.
Estas condiciones también se trasladan a otros ámbitos de la vida…
Si eres padre o madre, esto afectará la crianza de los hijos y tendrá efectos a largo plazo. En los niños y jóvenes, la salud mental impacta en el aprendizaje a mediano y largo plazo; en el cuidado del ambiente, porque dejan de importar las acciones conscientes; y, también, en las relaciones con el círculo más cercano.
En cifras, ¿cómo se refleja este impacto?
Si bien no podemos justificar la importancia de la salud mental basándonos en pérdidas monetarias solamente, hay estudios enfocados en estas cifras. Según la Unicef, se estima que la depresión y la ansiedad le cuestan a la economía global, más o menos, un trillón de dólares cada año. Y, una salud mental pobre, ya no solo hablamos de depresión o ansiedad, genera entre tres y cinco trillones de dólares en pérdidas anuales. Se estima que la cifra incremente a seis trillones de dólares para el 2030.
A partir de estos datos, ¿qué deben hacer las empresas para atender la salud mental de sus colaboradores?
Deben entender que la salud mental debe contemplarse de la misma manera que la salud física. Deben determinar cómo brindar los mismos beneficios para las afecciones de la salud mental a sus colaboradores. Si una empresa exhorta a sus colaboradores a ausentarse del trabajo por motivos de mala salud física, debe aplicar igual recomendación por mala la salud mental. Además, debe insistir en la educación de los trabajadores en temas de salud mental; a veces, las señales de alguien que está batallando con esta no serán tan evidentes como una fiebre o una dolencia física.
En el Perú, ¿qué datos se tienen sobre la salud mental?
A partir de encuestas que se han dado por teléfono o a través de diferentes instrumentos de medición, en el transcurso de la pandemia, sabemos que en el 29% de los casos se presentaron síntomas asociados a la depresión. Principalmente, en personas entre los 18 y 24 años; el 30% de mujeres y 23% de hombres presentaron estos síntomas. Además, el 45% de los encuestados tuvo la necesidad de pedir ayuda en términos de salud mental, durante esta época. Y, cuando preguntamos a los padres y cuidadores, el 23% de padres consideran que sus hijos tuvieron un impacto en su salud mental en este periodo. Entonces, sí es un problema agudo.
La relevancia de la salud mental excede el ámbito laboral o económico. ¿Cómo tomar en cuenta este factor en las políticas públicas?
Es importante acceder a herramientas que nos permitan medirla. En el Perú, hay muchos programas sociales en curso que podrían arrojar datos de salud mental. Uno de los aprendizajes que estamos teniendo con nuestros estudios es que los programas sociales e intervenciones en políticas públicas que afectan a los niños, como el Programa Vaso de Leche o la atención médica gratuita para los niños, tienen efectos positivos sobre todos en el hogar. Hay menos estrés y, simplemente por esto, los niños van a poder desarrollarse y aprender mejor y tener mejores resultados a largo plazo. Que se estén materializando estos resultados en la investigación es importante. Quizá a las personas les parezca obvio, pero ahora lo estamos midiendo, materializando y entendiendo mucho mejor.