El mes en que se conmemora el Día Internacional de los Museos (DIM, 18 de mayo) es un buen momento para planificar una visita con los niños, volver a serlo, sorprendiéndonos con lo que descubriremos, forjando así, futuros consumidores culturales.
Por Cristina Vargas. 22 mayo, 2023. Publicado en El Peruano, el 20 de mayo de 2023.Cuando me preguntan cuál es la visita de la cual guardo el mejor recuerdo, sin pensarlo, respondo que la que realicé siendo niña, de la mano de mi abuelo, al Museo Naval del Callao. Aún recuerdo sus explicaciones alegres y detalladas sobre los barcos a escala ahí expuestos, y lo fascinante que fue escucharlo.
Más allá de las razones afectivas de ese recuerdo, cabe preguntarse ¿por qué fue tan significativa esa visita? Por el mediador (mi abuelo), la manera de comunicar, su experiencia, por la atención a mis preguntas y su empatía, lo que despertó en mí, un amor inagotable por los museos.
Esta historia personal me lleva a dos temas: ¿cómo formamos públicos interesados en los museos? y, ¿desde qué edad se debe generar ese hábito de consumo cultural? Desde hace décadas, se entiende al museo como un espacio para un público amplio, en cuanto a su edad, intereses o formación profesional, bajo las lógicas de la educación y la democratización de estos espacios culturales.
En los años 60, una Recomendación de la Unesco (1960) enfatizó la importancia de que sean espacios accesibles, “sin distinción de condición económica o social”. Sugirió estimular “la repetición frecuente de las visitas”, y la gratuidad de la entrada a los grupos escolares y a otros. Con el tiempo, la idea de la accesibilidad se amplió y surgió la de espacios inclusivos. Ambos conceptos han sido incluidos en la definición de “museo”, adoptada por la Unesco (2022). Ello, y la visión de estos como espacios de formación a lo largo de la vida, ha permitido el progresivo desarrollo de estrategias enfocadas en grupos diferenciados, por edad u otras razones.
En esa ampliación de públicos, empezaron a aparecer prácticas dirigidas a escolares –visitantes ‘cautivos’ la mayoría de veces-, y, también, a visitantes cada vez más pequeños. Hoy se habla de los “bebés en el museo”, como se titula una reciente publicación que recoge experiencias en ese sentido (Rayna, S., 2022); y, de experiencias que apelen a lo sensorial (colores, formas, sonidos…) y, que permiten espacios de emoción junto a los padres. Estas novedades, aún son extrañas en nuestro medio.
Como vemos, los padres podemos formar públicos interesados en los museos, al convertirnos en mediadores de la riqueza patrimonial que presentan estos espacios. Podemos descubrir junto a los niños, y mostrarles un mundo nuevo, adaptándonos a sus edades y a sus procesos de aprendizajes. Esta experiencia gratificante permitirá ir gestando hábitos culturales en las personas.
En este tipo de experiencias, también pueden participar los abuelos, fomentando así un diálogo intergeneracional enriquecedor, que genere o refuerce vínculos más allá de los culturales. En este punto, el trabajo profesional del museo, a través de su propuesta educativa, puede jugar un papel fundamental, pero no es exclusivo; y, los nidos, etc. pueden participar en ese proceso, con propuestas innovadoras.
Asimismo, podemos introducir a los niños al maravilloso mundo de los museos, a través de los diferentes libros (nacionales o extranjeros) que abordan, de manera sencilla, amena y fascinante, las posibilidades de estas instituciones y sus colecciones. Por supuesto, un buen mediador de lectura -los padres o los abuelos-, resulta fundamental.
Y, ¿desde cuándo se deben inculcar los buenos hábitos de frecuentar estos espacios, que nos permiten deleitarnos, pero, fundamentalmente, interrogarnos, cuestionarnos y sorprendernos, en un proceso de aprendizaje significativo? Desde la más tierna infancia. Mirar, oír, oler, reír… todo es posible en estos espacios con un bebe y con niños pequeños. Desde la gestión institucional, el trabajo con los grupos escolares también debe ser bien planificado y trabajado profesionalmente; y, evaluado en cuanto a su efectividad. Su tarea se debe extender, además, fuera de sus “muros” ya que todos los niños -que pueda acceder física o virtualmente, o que no puedan hacerlo- tienen derecho a disfrutar de su oferta museal.
El mes en que se conmemora el Día Internacional de los Museos (DIM, 18 de mayo) es un buen momento para planificar una visita con los niños, volver a serlo, sorprendiéndonos con lo que descubriremos -o redescubriremos-, forjando así, futuros consumidores culturales. Y, en la tónica del lema de este año del DIM, “Museos, sostenibilidad y bienestar”, podemos afirmar que, visitar un museo, alimenta nuestro espíritu, repercute en nuestra salud y puede forjar recuerdos imborrables. Desde la perspectiva institucional, desarrollar públicos, además, aporta a la sostenibilidad financiera y permite cumplir el rol de catalizadores sociales que los museos están llamados a cumplir.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.