Se constituyó en el ilustrador principal de la revista ‘Variedades’, desde finales de 1909 hasta 1915. En el 2019, los herederos del artista cusqueño Francisco González Gamarra donaron a la Universidad de Piura la mayor parte de su legado.
Por
Pablo Sebastián Lozano.
10 junio, 2024.
Publicado en
Diario El Peruano 8 de junio del 2024
Este es valioso, especialmente porque gran parte de su obra temprana la realizó como caricaturista y acuarelista; y, también, porque atesora un nutrido repertorio de retratos y bocetos de pinturas por encargo.
En este artículo haremos un breve análisis del contenido de la obra del artista. El gran número de caricaturas que encontramos indica que, gracias a ellas se despierta la vocación artística de González Gamarra. Se constituyó en el ilustrador principal de la revista Variedades, desde finales de 1909 hasta 1915, llegando a hacer unas 600 caricaturas aproximadamente. Es en esta publicación donde conocerá a Teófilo Castillo, crítico de arte y promotor de nuevos talentos. De esta etapa, destaca la serie de excelentes dibujos a pluma que haría de varios rincones de Lima.
A la vez que trabajaba como caricaturista, realizaba sus estudios universitarios, los que culminó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con la obtención de su grado de bachiller en Filosofía y Letras, con la tesis De arteperuano. Su investigación es la primera que toma como objeto de estudio el arte de los “primeros peruanos”.
De las quinientas acuarelas que tuvo, solo una docena quedan en el legado.
Concluida su formación universitaria, decide viajar a Europa. Sin embargo, la Primera Guerra Mundial lo obliga a cambiar de rumbo y decide dirigirse a Estados Unidos. No es hasta su llegada a Nueva York cuando se inicia en la técnica al óleo y la aplica al género del retrato.
Mientras tanto, desde su país no se le pierde de vista. Se le considera un inestimable embajador del arte y la cultura peruanos. En ese ir trasteando por bibliotecas descubre la figura del Inca Garcilaso de la Vega, personificación de la identidad mestiza del Perú, al que interpreta en infinidad de retratos, en los que –de alguna forma– se proyecta.
Tras su triunfo en América, viaja a Europa, para radicar en París, y hacia finales de 1926 expone en la Galería Trotti. Es la primera vez que se exhibe en Europa un conjunto de pinturas y grabados de temas peruanos. El extraordinario éxito que obtuvo lo lleva a acudir el año siguiente, en representación de su país, al Salón Nacional de París, donde se le otorga la Medalla de Oro y en el que la crítica lo acredita como “artista completo por excelencia”.
Regresa a su añorada patria, donde tiene un recibimiento apoteósico. Corre 1928 y la galería limeña Entre Nous ofrece sus salones al triunfante artista. Concurren a la muestra el presidente Augusto B. Leguía junto con la flor y nata de la sociedad capitalina. En julio de ese año, se le concede la Orden El Sol.
Los primeros años de la década de 1930 los pasa en su Cusco natal, centro cultural emergente en el que muchos artistas e intelectuales encontraron la quintaesencia de lo peruano y el contrapunto a Lima. Ahí hace una exquisita serie de acuarelas de rincones, tipos, paisajes y festividades religiosas del Cusco, y se aboca al óleo, representando personajes tomados del incario o de tipos cusqueños.
Luego se instala en Lima, donde empieza a tener una posición destacada en la promoción de las artes. Contribuyó a la fundación de la Sociedad de Bellas Artes del Perú, que presidió de 1935 a 1945; y fue director de la Escuela de Bellas Artes de Lima de 1949 a 1950. Recibió muchos encargos que lo obligaron a centrase en los géneros del retrato y de la pintura de historia. Esta etapa limeña es más duradera y de la que más obras se conservan en el legado. Fallece en Lima en 1972.
A modo de conclusión, en la vida y obra de González Gamarra surge el Cusco como fuente de inspiración, en su presente y en su pasado, en sus paisajes y en sus tipos humanos; de la misma forma, el retrato y la pintura sobre la historia se manifiestan como sus géneros predilectos. Quizá esa prevalencia del tema sobre la plástica sea la causa del desdén que se ha dado sobre su figura, con el paso del tiempo, constituyéndose, paradójicamente, en el último pintor romántico por su énfasis en la recreación histórica. A la vez, el artista cusqueño es el primer defensor de lo autóctono, pues descubre, para el mundo del arte, la singularidad de las decoraciones en textiles y cerámicas prehispánicas.
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