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Jul

2024

Una experiencia inolvidable: La Mirada de San Josemaría

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Reynaldo Raygada comparte su experiencia de vida en la tertulia con San Josemaría hace 50 años. “La mirada de San Josemaría, llena de sabiduría y amor, me dio paz y fortaleza”, afirma.

Por Dirección de Comunicación. 31 julio, 2024.

El domingo 14 de julio de 1974, en Lima, tuve una experiencia que dejó una marca imborrable en mi vida. Un grupo de piuranos asistimos a la tertulia con San Josemaría en “Miralba”, en ese tiempo un centro cultural para universitarias. Yo, que todavía estaba en cuarto de secundaria y a punto de cumplir 16 años al día siguiente, me sentía emocionado y lleno de expectativas.

Cuando llegamos, nos encontramos con que el lugar ya estaba repleto y nos informaron que no había espacio para más asistentes. Sin embargo, alguien nos avisó sobre una puerta trasera y logramos acomodarnos detrás de los muebles del estrado. Gracias a esto, tuve un lugar
privilegiado, como se puede ver en la foto donde aparezco parado atrás del Beato Álvaro del Portillo.

La tertulia fue memorable, especialmente por la intervención bien piurana de la Sra. Clarita Hilck de Balarezo. Sin embargo, dos cosas se quedaron muy grabadas en mi mente y corazón:

1. La frase de San Josemaría: “La vida del cristiano está hecha de renuncias y de afirmaciones. La vida es comenzar y recomenzar.” Con mis 15 años, apenas comenzaba a vivir, pero esta frase me ha acompañado a lo largo de los años, especialmente en momentos difíciles. Siempre me recuerda la importancia de la perseverancia y la capacidad de empezar de nuevo con fe y esperanza.

2. La mirada de San Josemaría: Al finalizar la tertulia, San Josemaría nos dio su bendición sacerdotal, diciendo: “Para vuestros hogares, vuestro trabajo, vuestros amores santos… y las guitarras de estos muchachos de Piura”, mencionó sonriendo y dirigiéndose a nosotros. En ese momento, me sentí aludido porque había llevado mi guitarra para el viaje a Lima, yo solía tocar este instrumento.

Cuando San Josemaría se dirigió a nosotros, volteó y, por un breve instante, nuestras miradas se cruzaron. Su mirada era penetrante, pero no intimidante; transmitía una sensación de comprensión o compasión no sabría explicarlo con palabras. Fue como si, en ese breve momento, San Josemaría pudiera ver directamente en mi alma, reconociendo mis anhelos más profundos y mis sueños. Esa mirada me dejó una huella imborrable. Sentí que, a través de sus ojos, me transmitía un mensaje de apoyo y esperanza, como si me dijera que mis esfuerzos y mis sueños eran vistos y valorados.

Este encuentro no solo me impactó en ese momento, sino que ha seguido resonando en mi vida. La mirada de San Josemaría, llena de sabiduría y amor, me dio una profunda sensación de paz y fortaleza, recordándome siempre la importancia de vivir con fe y determinación.
Su mirada, junto con sus palabras, me dejó una sensación de paz y un renovado sentido de propósito, una experiencia que siempre llevaré en mi corazón toda la vida.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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