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2024

Efectivamente, una cosa es procurar el restablecimiento de las funciones naturales de la persona y otra diferente intentar modificar su naturaleza para mejorarla de alguna manera. Hacia esto se dirige la ideología llamada Transhumanismo y el Posthumanismo.

Por Jaime Millás Mur. 15 agosto, 2024. Publicado en Exaudi

Una segunda persona ha recibido una interfaz cerebro-computadora (BCI) que la empresa Neuralink le ha implantado y otras ocho podrían recibirla este año, según Elon Musk, dueño de Neuralink. Al parecer este segundo implante estaría funcionando relativamente bien ya que 400 de los 1,042 electrodos están enviando señales desde el cerebro. Hay pocos datos acerca de la cirugía efectuada, así como tampoco sobre la persona receptora; solo se señala que tiene una lesión en la médula espinal, del mismo modo que sucedía con Noland Arbaugh, el primer individuo al que se le implantó un BCI de la empresa Neuralink, asentada en California. Lo que está por dilucidarse es si en esta oportunidad se pueden evitar las muchas dificultades mecánicas que tuvo la implantación en enero del primer dispositivo. “Es un avance necesario”, afirma Sameer Sheth, neurocirujano e investigador en neurotecnología del Baylor College of Medicine en Houston, Texas. “Espero que puedan seguir haciéndolo de forma segura. Pueden contribuir mucho a la salud y las enfermedades humanas”.

Este es el tercer implante BCI comercial en seres humanos. Lo han denominado Telepathy. Así como los anteriores cuentan con un conjunto de electrodos que se fijan en el interior de un vaso sanguíneo del cerebro o se sitúan sobre el tejido cerebral, Telepathy se instala en un orificio hecho en el cráneo. Consta de un dispositivo electrónico del tamaño de una moneda y, desde él, 64 hilos flexibles transitan por las membranas y los fluidos que envuelven el cerebro, para alcanzar así la corteza cerebral de la persona. Estos hilos son introducidos en la corteza motora, que es la región cerebral que controla el movimiento, mediante un robot quirúrgico. Dongjin Seo, cofundador y presidente de Neuralink, expresó que la operación dura entre 20 y 40 minutos. Como cada hilo cuenta con 16 sitios de grabación, esto hace un total de 1,024 electrodos capaces de registrar la actividad neuronal y mandar señales mediante Bluetooth a un dispositivo externo.

Noland Arbaugh había quedado paralítico desde el cuello hacia abajo en 2016 por un accidente de buceo y fue el que recibió el primer implante de un BCI de Neuralink. Luego del implante podía controlar el cursor de la computadora, pero un mes más tarde el 85% de los hilos que recogen la actividad neuronal se retrajeron y, por tanto, disminuyó la capacidad del dispositivo. Esto fue “muy, muy difícil”. “Habría sido un cruel giro del destino si hubiera podido ver la vista desde la cima de esta montaña y luego todo se derrumbara después de un mes”, dijo Arbaugh.

Posteriormente, los expertos de Neuralink modificaron el algoritmo de registro que transforma lo recibido desde las neuronas en instrucciones que se traspasan a la computadora. En la primera versión se registraba la actividad de cada neurona; esta segunda versión registra la actividad media de las neuronas próximas a un electrodo. Según declaró el director de neurocirugía de Neuralink, en la primera cirugía se produjo una bolsa de aire que seguramente hizo que se desprendan los electrodos. En esta segunda cirugía se ha intentado evitar que se produzcan esas bolsas y esculpir el orificio en forma diferente para lograr que los electrodos se enrollen a una mayor profundidad en la corteza cerebral.

El director científico de la empresa competidora, BCI Paradromics, de Texas, Vikash Gilja, señala la necesidad de clarificar si el dispositivo es estable y duradero.  Gilja refiere que el cerebro “no se queda quieto, estático, en relación con el cráneo” sino que se mueve cuando la persona se mueve o respira. Este movimiento no sabemos si afecta a los hilos de los electrodos que llegan al cerebro a través de la membrana llamada duramadre, comenta.

Tampoco conocemos la estabilidad de los componentes de los electrodos con los que trabaja Neuralink. «Solo se entienden las constantes de tiempo cuando se está en el cuerpo humano», afirma Gilja y recomienda estudiar durante años los dispositivos.

Recientemente Musk declaró que Neuralink proyecta ofertar dispositivos frecuentemente renovados. Para implantarlos sería necesaria una neurocirugía en cada ocasión. La empresa Paradromics en cambio solicita “un intervalo lo más largo posible entre neurocirugías sucesivas”, dice Gilja.

El propósito de Neuralink, en palabras de Musk, es lograr una BCI que haga posible para el ser humano entrar en simbiosis con la inteligencia artificial. Además, hizo una predicción sobre la ayuda que las BCI darán a las personas que padezcan deterioro cognitivo, psicosis o convulsiones, lo que Sheth considera un reto mucho mayor que mover el cursor de la computadora. También añade que hablar del mejoramiento humano demanda un estudio e intercambio de ideas minuciosos.

Anna Wexler, neuroeticista de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia, asevera que estas afirmaciones podrían confundir a los participantes en la investigación y comenta: “Sin duda, plantean preguntas sobre qué es lo que atrae a estas personas a los estudios y qué entienden sobre lo que se les presenta”.

Efectivamente, una cosa es procurar el restablecimiento de las funciones naturales de la persona y otra diferente intentar modificar su naturaleza para mejorarla de alguna manera. Hacia esto se dirige la ideología llamada Transhumanismo y el Posthumanismo. Al final, teóricamente, dejaríamos de ser humanos para convertirnos en una especie de ciborgs. Se habla de trasladar la información contenida en el cerebro humano a una computadora, lo cual es algo interesante para un guion de película de ciencia-ficción, pero no parece posible desde una perspectiva verdaderamente científica.

Confiemos en que estos avances colaboren en la obtención de posibles terapias para personas con patologías neurológicas, sin derivar en la falacia que supone el intento de transformar al ser humano en algo nuevo que nadie sabe en qué consistiría.

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