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2024

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Centenario de “Nuestra Comunidad Indígena” de Hildebrando Castro Pozo

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Hildebrando Castro es uno de los más importantes pensadores socialistas peruanos. Hijo de un duro propietario y administrador de haciendas de la sierra, pudo conocer en su infancia la rudeza de la vida campesina en Piura y luego en Tarma.

Por Carlos Arrizabalaga. 25 octubre, 2024. Publicado en Correo, el 21 de octubre de 2024.

Hildebrando Castro es uno de los más importantes pensadores socialistas peruanos. Hijo de un duro propietario y administrador de haciendas de la sierra, pudo conocer en su infancia la rudeza de la vida campesina en Piura y luego en Tarma. A los 20 años ingresa a la Universidad de San Marcos y participa en las luchas por la jornada de ocho horas, forma parte de un comité en la huelga general de 1919 y ofrece su apoyo a Leguía en el inicio de su gobierno, cuando el presidente, proclamado “maestro de la juventud”, busca apoyo en el movimiento estudiantil, en la clase media y en las comunidades indígenas. Castro Pozo, que ya se ha recibido como abogado, propone educar al indígena extrayéndolo del aillu y creando internados donde pueda civilizarse y desarrollarse por medio de la inmersión lingüística y cultural “lejos del nocivo ambiente familiar del aillu”. En su utopía socialista ve posible conformar unas cooperativas industriales y agropecuarias modernizando las comunidades indígenas para que sean unidades productivas exitosas con un modelo de colectivismo agrario que sería inspiración al velasquismo. Su pensamiento queda plasmado en la publicación, en 1924, de un libro importante: Nuestra comunidad indígena, que tendrá importante influencia sobre los Siete ensayos de Mariátegui y que luego amplía y en el libro: Del ayllu al cooperativismo socialista (1936), donde hace una lectura de la historia del Perú desde el materialismo marxista.

Castro Pozo había vivido poco tiempo en la ciudad, pero luego de un breve exilio en Panamá, en 1924, acuerda con la dictadura residir en Piura, donde va dando forma al partido socialista junto con Luciano Castillo y Elías Arboleda, entre otros, con frecuentes tertulias en casa de Juan Luis Velásquez. En 1930, Castro Pozo regresa a Lima para formar parte del Congreso Constituyente y ya desde entonces residirá en la capital, aunque viaja a Piura para buscar acuerdos entre los hacendados y los peones que mejoren sus condiciones de vida, además de hacer campaña proselitista a favor del partido socialista. Fue de hecho diputado por Piura hasta 1936 y senador hasta su muerte en 1945, defendiendo siempre posturas izquierdistas. Defendió entre otras cosas la irrigación y modernización de Piura y la creación del Instituto Nacional de Estadística. Póstumamente se publican sus artículos y varios escritos en los que Castro Pozo defendió las reivindicaciones de los chacareros y colonos de las haciendas piuranas: El yanaconaje en las haciendas piuranas (1947).

”Perú pierde a uno de sus más grandes hombres”, señalaría en el primer número de Avance. Revista quincenal de cultura e ideas sociales” de Augusto Moscol (1° de setiembre de 1945, p. 19), quien destacaba: “autor de las mejores obras producidas en América sobre la raza aborígen; como maestro, en los colegios nacionales de Piura, Lima y otros departamentos de la República, dejando entre sus obras inéditas una de carácter pedagógico; y como político, habiendo realizado como tal una labor muy destacada y fecunda.”

Piura tiene una calle que lleva el nombre de este importante luchador social. Sería oportuno hacer alguna actividad institucional recordando su trayectoria política además de recordar o reeditar sus obras literarias, donde demostró gran capacidad para reflejar la vida del campo y de las haciendas.
Castro Pozo aparece mencionado en la novela de Mario Vargas Llosa, El héroe discreto (2013): “había sido un famoso luchador social, defensor de campesinos, que pasó por la cárcel y el exilio, y autor de un libro sobre las comunidades inndígenas que lo hizo famoso. Estuvo en el Congreso como diputado.” (p. 310). En la ficción, un hijo de Castro Pozo actúa como el abogado de don Felícito, el héroe o antihéroe protagonista vargasllosiano. Un tributo merecido.

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