La dimensión cultural debe llevar al gestor cultural a repensar el sentido de la cultura (patrimonio, artes, tradiciones) y a identificarla como un elemento diferenciador del ser humano que lo caracteriza y define dentro de su entorno.
Por Pedro Rodrigo Falcón Sarango. 31 enero, 2025. Publicado en Correo, el 26 de enero de 2025.Los primeros meses del año son un espacio que dedican las organizaciones para el diseño, planificación y programación de sus actividades. Esta realidad no es ajena al sector cultural y exige a los profesionales de la cultura el desarrollo de una serie de habilidades y el dominio de herramientas prácticas que les permitan comprender, dimensionar y evaluar el impacto de sus acciones en el sector que se desempeñen.
Sin embargo, esta es solo una mirada hacia el campo de la gestión cultural. Exploraremos cuatro dimensiones de ella. Por un lado, encontramos la necesidad de conocer y dominar herramientas (técnicas) que, si bien es cierto, son heredades de otras disciplinas como la administración, comunicación o finanzas, son perfectamente aplicables en el desarrollo de proyectos, actividades o en la gestión propia de organizaciones culturales. También existe una dimensión cultural, que debe llevar al gestor cultural a repensar el sentido de la cultura (patrimonio, artes, tradiciones) y a identificarla como un elemento diferenciador del ser humano que lo caracteriza y define dentro de su entorno.
Una tercera dimensión es la social, que invita a ver a la sociedad como un ente dinámico en el cual se configura un entretejido de relaciones entre diversos actores cuyo resultado da sentido al término “identidad cultural” y pone a la cultura como un agente de cambio. Finalmente, está la dimensión antropológica, que centra su atención en el ser humano y en las diversas corrientes que buscan comprender su naturaleza y la relación que tiene con la cultura.
La suma de las cuatro dimensiones ayuda a la comprensión de lo que significa gestionar la cultura.