Hay personas que, ante la sola idea de hablar frente a otros tiemblan, sudan frío, les duele el estómago o palidecen… ¿Por qué se sienten así?, ¿qué causa este problema?, ¿cómo ayudarlas a vencer estos temores?
Por Elena Belletich Ruiz. 25 marzo, 2025. Publicado en el Suplemento El Tiempo, el 23 de marzo del 2025.Ana María Sotomayor Chiappe, profesora del programa de Psicología de la Universidad de Piura-Campus Lima, explica en esta entrevista el problema, sus causas y cómo ayudar a resolverlo. “Las personas que experimentan los síntomas o malestares descritos, probablemente estén experimentando ansiedad social. Este miedo intenso a una evaluación negativa puede ser parte de un espectro que va desde la inseguridad hasta un trastorno de ansiedad social; esto dependerá de lo significativa que sea la interferencia con la vida diaria”, señala la magíster Sotomayor.
¿Qué causa el miedo a hablar o a expresarse en voz alta en un grupo?
Las causas pueden ser diversas y particulares para cada caso. Puede deberse a experiencias previas negativas, como burlas o críticas; a alta autoexigencia, perfeccionismo y/o hipersensibilidad a la crítica, que hacen que anide el miedo al error. También están los modelos familiares y/o educativos en los que se desalentaba la expresión libre. Si a ello se suman posibles factores biológicos, aumenta la predisposición de la persona a tener mayor reactividad ante todo lo mencionado.
¿Este miedo se puede controlar?
Claro que sí; pero, se debe entender que no se trata solo de tomar la decisión de “no sentir miedo”, sino que es importante que la persona se permita aprender a manejar de mejor manera las situaciones que lo activan. La ansiedad es inherente al ser humano, pero si se entienden las fuentes o causas, se comprende su historia y se reconoce como actúa en el cuerpo y la mente, podemos encontrar estrategias de manejo y prevención de futuros acontecimientos.
¿Qué le recomendaría a un estudiante que padece este mal y no puede exponer un trabajo en clase, por ejemplo?
Una de las principales recomendaciones sería que se exponga progresivamente al reto final. Para ello, debe empezar repasando en voz baja, luego frente a un espejo, luego con un amigo o familiar y, finalmente, en el aula.
Otros pasos serían…
Por otro lado, necesita identificar los pensamientos intrusivos que pudieran alimentar de distintas maneras el malestar generado por el evento en cuestión. Muchas veces, lo que se piensa cuenta con una carga subjetiva bastante alta, por lo cual es importante saber encontrar ese cable a tierra que nos regala la objetividad; así, se podrá ver el panorama real y encontrar afirmaciones o pensamientos más saludables que permitan enfrentar el miedo.
En tercer lugar, recomendaría controlar los síntomas físicos; encontrar esa calma corporal le permitirá tomar decisiones más ajustadas. Por ello, es importante aprender a realizar ejercicios de respiración y relajación, que pueden ser un buen apoyo.
¿Qué hábitos se les debe inculcar a los niños para que no tengan este problema cuando sean jóvenes o adultos?
Es importante que desde casa se fomente mucho la expresión verbal. Se puede establecer una práctica con los niños, de distintas preguntas abiertas; por ejemplo, que se les permita contar sus anécdotas o historias sin interrupciones ni correcciones constantes de los adultos.
Por otro lado, es importante ayudarles a normalizar la posibilidad del error y comenzar a reconocer que el fallo es una oportunidad para el aprendizaje y no una causal de burla o castigo inmediato. Esto se suma al ejemplo que dan los padres cuando asumen las equivocaciones con calma, así como el ejemplo para hablar en público sin temor.
¿Cómo pueden ayudar los padres y los maestros en el proceso de “recuperación”?
Podríamos hablar de tres grandes formas de apoyar la recuperación o de superar la ansiedad social: (1) Reducir la ridiculización o la presión en el niño / joven; la sobreexposición forzada puede reforzar de forma rápida la dificultad y aumentar los niveles de ansiedad. (2) Reforzar logros pequeños y ofrecer un ambiente seguro y (3) ofrecer y fomentar el aprendizaje de técnicas de afrontamiento que preparen al niño/joven para situaciones futuras.
¿Alternativas que puedan implementar las personas que sufre estos miedos?
Las actividades lúdicas como oratoria, teatro, grupos de improvisación y/o otros talleres o actividades que impliquen la expresión libre y en púbico refuerzan y aportan muchas herramientas complementarias muy oportunas y convenientes.
En segundo lugar, el entrenamiento en habilidades sociales es la alternativa más utilizada (terapéuticamente), ya que como hemos explicado, el niño/joven aprende estrategias de afrontamiento y gestión emocional oportunas para manejar situaciones futuras similares.
Si las actividades y las estrategias mencionadas no logran resolver el conflicto, el inicio de un proceso terapéutico que acompañe el caso y la historia particular sería lo ideal. En este caso, habría que entender que no todas las “ansiedades” son iguales y que si bien se busca resolver la dificultad por medio de estrategias concretas, algunas personas necesitan un mayor entendimiento de su historia.