Hurgando en el diccionario, me sorprendió gratamente descubrir que 'amīcus' (amigo) procede del verbo 'amāre' (amar). ¡Todo calza! Queda clara la inigualable riqueza y bondad de la amistad y de los amigos en nuestras vidas.
Por Mariela García Rojas. 13 mayo, 2020.Pertenecía, hasta hace algunos meses, al mayoritario grupo de personas que no hacía deporte porque “no tenía tiempo”. Reservar parte de mi agenda para ir al gym no tenía mayor sentido. Me consideraba alguien con prioridades claras; qué equivocada estaba.
Mi vida cambió –no exagero– al decidir aceptar, a fines del año pasado, la invitación de dos amigas, e iniciarme en la práctica del TRX (un entrenamiento basado en ejercicios de suspensión). Lo dirigía una inigualable instructora. Una propuesta irresistible, además en muy buena compañía, que ahora mantenemos vía zoom.
Los resultados de diversos indicadores de mi examen de salud ocupacional, la capacidad de resistencia física, los niveles de concentración, el buen estado de ánimo, las mejoras en la memoria y el sueño y hasta la edad metabólica son algunos de los beneficios obtenidos. Sin embargo, de todos, de lejos, me quedo con las amigas que vengo cultivando. Ocurriría lo propio con el entrañable grupo de natación, deporte que espero retomar cuando pase todo esto.
Hurgando en el diccionario, me sorprendió gratamente descubrir que amīcus (amigo) procede del verbo amāre (amar). ¡Todo calza! Queda clara la inigualable riqueza y bondad de la amistad y de los amigos en nuestras vidas.
En épocas de alta conexión y no poca desorientación, a propósito del COVID-19, tengo algunos grupos de WhatsApp: los de colegas de trabajo, otros con intereses profesionales y académicos en común, los creados para difundir contenido que juzgo valioso y el de los vecinos. También los de compañeros del colegio, de la universidad, de mi familia (directa y extensa); sin duda, unos más especiales que otros.
Más que nunca, las personas de nuestro entorno exigen más atención, más afecto y cuidado, de nuestra parte. Autenticidad, aceptación y confidencia son algunos elementos que facilitan y robustecen los lazos de afecto y desprendimiento que se van apuntalando con quienes nos vinculamos. No olvidemos que el amor no es equitativamente recíproco, ni mucho menos simétrico; como entonaba aquel famoso cantante español, siempre es más feliz quien más amó.
“Necesito de alguien, que venga a luchar a mi lado sin ser llamado. Alguien lo suficientemente amigo, como para decirme las verdades que no quiero oír, (…), necesito de alguien que crea en esa cosa misteriosa, desacreditada y casi imposible: ¡La amistad!”. (Chaplin).
En medio del aislamiento físico, los amigos y el cuidado de la salud no son cuestiones secundarias, ni ladrones de nuestro tiempo, todo lo contrario, como reza el refrán, “quien no buscó amigos en la alegría, en la desgracia no los pida”.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.