Para crecer en familia es importante hacer actividades en común. Todos necesitamos sentirnos parte de algo; en ese sentido, se pueden promover proyectos comunes con los hijos.
Por Moises Pariahuache. 25 mayo, 2020.El aislamiento social por el Covid-19 ha obligado a las familias a recluirse en sus casas en condiciones no previstas. Aun así, tienen una oportunidad valiosa para compartir el tiempo y sus sueños, comunicarse el afecto, descubrir sus talentos y, pensar juntos cómo idear, cada día, experiencias felices, e ir consolidando los valores que les den identidad, a pesar de las preocupaciones.
Para pasar un día agradable es importante planificarlo, partiendo de la realidad de cada uno. Será provechoso desarrollar actividades de desprendimiento, aprendizaje, tareas comunes, etc. Es vital tener una ocupación para seguir aprendiendo y evitar caer en el vicio y la angustia.
Las actividades de servicio permiten dar nuestro talento en bien del otro, esto provoca regocijo interior; moviliza nuestra inteligencia y capacidad de amar. Ejemplos de estas actividades son: ceder algo para jugar; orar por los demás, llamar a los amigos, ayudar a quien lo necesita, etc. Es decir, hacer las actividades ordinarias con amor.
También podemos reconocer nuestros talentos, perfeccionarlos y compartirlos en familia. Los adultos podrían enseñar lo que saben y observar qué tipo de actividad disfrutan más los niños, ayudarles a descubrir su talento y orientar su formación. El descubrimiento oportuno de los talentos vuelve más significativa la vida, mejora la autoestima y demuestra que somos necesarios, únicos y valiosos.
Reconocer la valía de alguien justifica la tarea de aprender a cuidarse y asumir la responsabilidad de cuidar a otros. En el contexto actual, esa responsabilidad social se entiende mejor: es vital quedarnos en casa por nuestra salud y la de los demás; con una vida saludable tendremos más oportunidades de forjar nuestra historia personal con autenticidad.
Para crecer en familia es importante hacer actividades en común. Todos necesitamos sentirnos parte de algo; en ese sentido, se pueden promover proyectos comunes con los hijos. A través del diálogo se les puede animar a hacer de lo ordinario algo extraordinario, partiendo por definir una meta, priorizar los recursos y determinar el plazo de ejecución. Por ejemplo: ilustrar las historias que narraban los abuelos, recrear una película, transformar un juguete, etc.
Este tipo de experiencias ayudan a desarrollar: creatividad, integración, solución de problemas, autonomía, disciplina, amor al trabajo, etc. Marcan hitos en la vida de los niños, rompen la rutina, generan expectativas, curiosidad y esperanza; y ayudarán a que los niños tengan más motivos para disfrutar y soñar.