Deseo empezar citando una de las tantas enseñanzas que Jesús nos dejó: “Solo la Verdad os hará libres”. Han pasado 21 siglos, y este mensaje aún no termina de comprenderse en su real dimensión.
Por Luisa Portugal. 03 mayo, 2021.Deseo empezar citando una de las tantas enseñanzas que Jesús nos dejó: “Solo la Verdad os hará libres”. Han pasado 21 siglos, y este mensaje aún no termina de comprenderse en su real dimensión.
Si recorremos las diferentes etapas de la historia de la humanidad, descubriremos que la vida del hombre ha sido una continua lucha por conquistar la libertad de expresión, en su sentido más amplio. La historia de la humanidad es también la historia de la conquista de la libertad de expresión. Una batalla, que aún no termina.
En 1948 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) emitió una Declaración Universal de los Derechos Humanos. Era la primera vez, que la libertad de expresión era reconocida como un derecho más de todos los hombres del mundo. El documento continúa llamando la atención a los estados para que sean los primeros en respetar y protegerlo, ya que, a su vez, defiende a todos los demás derechos, consagrados por la ONU. La libertad de expresión es una condición indispensable para el desarrollo integral del ser humano y para el fortalecimiento de la semocracia, reconocida también como un derecho humano.
La “libertad”, a su vez, es un concepto íntimamente conectado a otro que también es fundamental: el “conocimiento”. Solo el hombre que conoce la verdad, que está bien informado, puede llegar a ser libre. El acceso libre al conocimiento, a la información verdadera y trascendente nos hace más libres, porque dejamos de depender de las ideas e ideologías de otros.
La ignorancia, la desinformación, la censura y la manipulación son un peligro para la toma libre de decisiones, para formular y defender las propias opiniones. De ahí que las democracias tambaleen, se quiebren, cuando un país ostenta los índices más bajos de educación y de lectoría (de libros y noticias). Un país que no lee camina en la oscuridad, a tientas y siempre será esclavo de otro que lo conduzca o lo ayude a tomar decisiones.
La democracia implica participación y esta exige conocimiento, información previa. Entre las características que determinan si un país vive o no en democracia, hay dos muy importantes: su nivel de libertad de expresión y el número significativo de lectores.
Estamos obligados moralmente, de forma libre y responsable, a buscar siempre la verdad, aún a riesgo de equivocarnos. La búsqueda de la verdad exige un trabajo sereno y objetivo, sin apasionamiento ni emociones. Solo una actitud como esta fortalecerá nuestra propia libertad y la de los demás. Dicho de otro modo, es más libre el que más sabe, el que más conoce, el que descubre la verdad por sí mismo y la comparte.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.