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May

2021

Educación en la virtualidad: ¿cómo seguir mejorando?

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El profesor Moisés Parihuache, de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Piura, nos ayuda a reflexionar sobre algunos aspectos importantes de la virtualidad y sobre el trabajo pendiente, que debe realizarse para superar las grandes brechas tecnológicas que hay en diversas zonas e instituciones del país.

Por Betsy Salazar Guerrero. 31 mayo, 2021. Publicado en Suplemento Semana, El Tiempo, el 30 de mayo del 2021.

A más de un año de haberse iniciado la educación virtual, los más de ocho millones de alumnos de Educación Básica Regular (Minedu 20202) y los más de 800 000 universitarios continúan tratando de adaptarse a la ‘nueva normalidad’, procurando aprovechar las ventajas y oportunidades del nuevo contexto y, al mismo tiempo, tratando de descubrir la forma de afrontar con éxito los nuevos desafíos y retos de la modalidad planteada.

Según el informe de la Unicef y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), 1300 millones de niños del mundo, de entre 3 y 17 años, no cuentan con conexión a Internet en sus hogares para poder estudiar de manera remota. En abril del 2020, las instituciones educativas peruanas también migraron a la educación virtual a causa de la pandemia del COVID-19; y, aunque se han ejecutado algunas acciones para incrementar el acceso a las herramientas tecnológicas, aún son insuficientes pues hay niños que no están estudiando y los que lo hacen, tienen muy bajo nivel de participación.

Brechas y deserciones

Moisés Pariahuache Ahumada, máster en Educación y autor del libro “Fortalecer el capital humano para forjar el futuro,” refiere que a pesar de los avances educativos sigue habiendo limitaciones en la cantidad de dispositivos. Muchos niños comparten el móvil o computador con sus hermanos o padres. Además, la infraestructura tecnológica es insuficiente: la velocidad de navegación es muy baja y, en determinas zonas, no hay acceso a internet ni a la televisión de señal abierta.

En el 2019, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) reportó que el 39,5% de los hogares peruanos tiene acceso a Internet fijo o móvil en casa; sin embargo, esta cifra disminuye al 4,8% en las zonas rurales, lo cual repercute en el desempeño y calidad de la educación de los estudiantes. Al respecto, el profesor Pariahuache sostiene que algunas consecuencias de esta problemática serían: la precariedad en la ejecución de actividades formativas, la discontinuidad del servicio educativo, la pérdida de esperanza en la educación y desconfianza en la capacidad de respuesta de las instituciones encargadas.

Estas razones, sumadas a la falta de recursos económicos disminuidos durante la pandemia, la falta de conectividad y de recursos informáticos y la necesidad de trabajar para ayudar a las familias ha provocado una alta deserción estudiantil, estimada en el 15%, el 2020.

La educación requiere de un medio idóneo que permita la comunicación, afirma Pariahuache, formador de educadores. Por ello, indica que “es muy importante contar con medios tecnológicos que ayuden a seguir sosteniendo ese trato humano y socialización que se brindaba en la escuela, cuando la educación era presencial”.

Innovar las metodologías

En este contexto, los profesores también han tenido que innovar las formas de enseñar, reforzando los contenidos dictados en clases: con videos, evaluaciones continuas, trabajos en línea, entre otros.  En este proceso, el programa “Aprendo en casa” fue un gran aliado para los profesores, porque comparte los contenidos educativos a través de tres canales: televisión, radio e internet.

Sobre ello, el profesor de la UDEP refiere que las formas de llevar a cabo la tarea educativa dependen de las necesidades formativas del alumnado, las capacidades del profesorado, los propósitos educativos y los medios que faciliten la interacción de esos elementos. “Las mejores prácticas son las que mejor interpretan y responden a su contexto; así, por ejemplo, para un entorno, que, a pesar de los esfuerzos, sigue teniendo precariedad de medios, se puede promover algo tan elemental como la lectura”.

“La buena lectura da acceso a la ciencia, al buen entretenimiento y a la cultura en general. Los libros son una tecnología que se está olvidando y en este escenario un poco ralentizado puede aprovecharse para marcar un buen récord en lectura”.

Por otro lado, en los ámbitos mejor interconectados, recomienda que se trabajen proyectos de aprendizaje con los estudiantes; pues un proyecto requiere de mayor organización e integración. Además, los estudiantes deben investigar y crear soluciones, asumir responsabilidades y trabajar colaborativamente, favoreciendo así el dialogo, el debate de ideas y el respeto de la otra persona.

¿Cómo superar la deserción?

Durante el primer semestre de la pandemia, el Estado impulsó diversas iniciativas para superar las brechas tecnológicas en la educación. Se creó el programa Aprendo en Casa para que los niños continúen su educación a distancia, se repartieron 719 000 tabletas con acceso a internet para escolares de las zonas rurales; y 124 000 a los estudiantes urbanos. Paralelamente, se ejecutó un programa especializado sobre alfabetización digital para docentes de las instituciones educativas de zonas rurales y urbanas, que presentan mayores limitaciones de acceso a equipamiento informático. Incluso, este año, 431 colegios de zonas rurales empezaron las clases semipresenciales en las regiones de Arequipa, Loreto, Madre de Dios y Ucayali.

Sin embargo, pese a estas acciones, el Ministerio de Educación estimó que la deserción en Primaria se incrementó del 1,3% al 3,5% (128 000 estudiantes): y, en Secundaria, pasó del 3,5% al 4% (102 000 estudiantes).

En ese sentido, el profesor Pariahuache comenta que, para mejorar la continuidad educativa de la niñez, es fundamental garantizar un servicio asequible en el que haya una mayor comunicación en las escuelas públicas y más valoración de las escuelas de gestión privada, pues estas contribuyen a tener una pluralidad en la oferta educativa y, muchas veces, son las más cercanas a los usuarios.

Y, el otro reto consiste en implementar un modelo educativo que priorice lo sustantivo y desarrolle capacidades de estudio autónomo para que se contrarreste la desmotivación que muchos niños están mostrando en las clases virtuales. Según la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), al segundo trimestre de 2020, el 4% de los estudiantes abandonó la escuela por falta de interés.

Pariahuache recalca que es oportuno explicarle a la comunidad los diferentes beneficios que representa para la persona el acceso oportuno a la educación; y la necesidad de abrir un debate serio sobre los fines de la educación secundaria y su articulación con la preparación para la vida, pues algunos padres piensan que la educación a través de una pantalla o dispositivo no está resultando útil.

Potenciar la educación en la virtualidad

“La educación remota es el modelo mejor aceptado frente al riesgo sanitario. Por ello, resulta conveniente ocuparse de fomentar mejoras instrumentales en los estudiantes, más capacidades en los docentes y mayor compromiso social; además, hay que ir evaluando y probando buenas prácticas que deben continuarse una vez superada la pandemia”, anota Pariahuache.

Advierte que con la niñez se debe trabajar en: el fortalecimiento de la capacidad atencional y la generación una cultura de aprendizaje continuo. Uno de los riesgos en el uso de dispositivos tecnológicos es caer en la dispersión, la distracción y el empobrecimiento de la atención. Al respecto, el filósofo Gregorio Luri (2020) recomienda: “proponer escenarios de aprendizaje que inviten a mejorar la capacidad atencional de los niños; por ejemplo: la implementación de una biblioteca en casa y promover la lectura (la buena lectura) y el encuentro con conocimientos capaces de transformar vidas”.

En esta línea recobran importancia relevante los valores como la constancia, el autodominio y la fuerza de voluntad, pues, “si el estudiante no cultiva su autodominio pierde tiempo y se queda en un nivel superficial de aprendizaje; y si solo conoce superficialidades es más difícil interesarse por saberes valiosos y profundos”.

Asimismo, el educador señala que, a diferencia del 2020, esta vez se conocen más la dinámica de la educación remota y, en consecuencia, “se debería optar por una capacitación de los educadores que permita transformar los desafíos en oportunidades. El profesorado también puede organizar estrategias colaborativas de formación y trabajo en equipo que den lugar a sinergias para enfrentar las particularidades del contexto escolar; y tratar de identificar los procesos realmente esenciales y de impacto en el crecimiento de la niñez”.

En ese sentido, dice que también es importante que el docente pueda proponer escenarios que hagan del estudio una tarea sistemática. Plantear, por ejemplo, estudios de la naturaleza mediante la exploración del jardín o un huerto, la exploración del funcionamiento y alcances de la tecnología mediante la manipulación de juguetes; indagaciones sociales y humanísticas mediante el diálogo intergeneracional en el entorno de los estudiantes o el afianzamiento de la identidad personal con la implementación de talleres para el desarrollo de habilidades específicas como las: artísticas, musicales, lingüísticas, deportivas, etc. “La pluralidad de experiencias de aprendizaje ayuda a descubrir las vocaciones de cada persona y, a partir de esos descubrimientos, se puede encontrar el sentido de la vida”, recalca.

Sin embargo, subraya que debe quedar claro que esta no es una labor en la que solo participan educadores y estudiantes. Hay más que nunca, en la virtualidad, el rol de los padres (llamados desde siempre ‘los primeros educadores de los hijos’) es fundamental, pues son ellos los que deben brindar protección, afecto y orientación a sus menores. Su ayuda resulta oportuna en la organización de ambientes de estudio adecuados, en la cooperación con los objetivos educativos planteados desde la escuela y para cultivar el diálogo fraterno y positivo.

La conversación en familia permite descubrir, oportunamente, las inquietudes de los hijos y orientarles desde el amor, sobre las mejores opciones para su crecimiento.

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