Se ha vuelto frecuente el debate sobre si el país progresó en los últimos 20 años. En este punto, me parece importante resaltar las diferencias entre dos conceptos económicos: crecimiento y desarrollo.
Por Germán Vega. 01 junio, 2021. Publicado en El TiempoComo lo comentaba en anterior ocasión, no se puede negar el crecimiento económico que experimentó el país en los últimos años. Además, según información del Ministerio de Trabajo, los ingresos aumentaron en todos los niveles socioeconómicos. Conseguimos tener un Banco Central independiente y la disciplina fiscal se volvió la costumbre. Bastaba ver cualquier ranking internacional y el Perú aparecía entre los líderes en estabilidad macroeconómica.
El problema es que no fuimos capaces de trasformar el crecimiento en mejoras de bienestar. La poca eficiencia del Estado en la recaudación recursos y para llevar a cabo política efectivas afectó la productividad potencial de nuestra fuerza laboral. Ello implicó dificultades de innovación para el sector privado y, por ende, una menor competitividad respecto a países similares.
Como resultado, el punto de encuentro entre trabajadores y empresas, el mercado laboral, acabó siendo disfuncional. Muchas empresas pequeñas, pocas productivas; pero, pocas empresas grandes muy productivas y de gran generación de puestos de trabajo. Ello fomentó la informalidad, lo cual dificultó aún más la recaudación del Estado. Y, así comienza de nuevo el círculo que acabo de describir en estos dos párrafos. El vínculo entre desarrollo y crecimiento se rompió.
La solución a este problema, no exclusivo de nuestro país, pasa por solventar 4 retos: primero, mejorar la calidad de nuestras instituciones. De esa manera, por ejemplo, se podrían alcanzar pactos políticos que promuevan reformas integrales sin necesidad de cambiar la Constitución.
Segundo, entender que hay condiciones estructurales que vuelven a la pobreza persistente. Por ello, las soluciones provisionales no acaban teniendo los efectos deseados. Tercero, mejorar la medición de la pobreza para así focalizar mejor los recursos. Y, por último, interiorizar que en el país no todos reciben las mismas oportunidades. No podemos pretender volvernos un país más productivo si diseñamos un sistema en el cual una parte de la población no puede desarrollar todo su potencial.
El nuevo Gobierno debe usar el crecimiento económico para hacer frente a estos retos y enrumbarnos hacia el desarrollo. Si bien crecimiento no implica desarrollo, el primero es necesario para alcanzar el segundo. Por ende, lo avanzando hasta ahora no debe ser descartado, sino mejorado.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.