Abramos nuestra mente al mundo e intentemos no hacer juicios de valor. La diferencia entre nosotros es recíproca: tú eres tan diferente para una persona de otra cultura como esa persona lo es para ti.
Por Jaime Ancajima. 23 agosto, 2021. Publicado en El Tiempo, el 22 de agosto de 2021.Viajar es uno de los grandes placeres de la vida: conocemos nuevas culturas, probamos nuevas comidas, escuchamos linda música; pero, lo más importante es que conocemos y aprendemos de la diversidad de etnias, idiomas, modos de vida, idiosincrasia y, por ende, nos permite entender y comprender mejor el mundo en que vivimos y verlo con otros ojos.
Hace poco estuve en el taller internacional en línea “El desarrollo de la conciencia crítica y cultural sobre la herencia del ADN, el racismo y la xenofobia”, presentado por Grazia Trentini, profesora Italiana radicada en Ecuador. Allí me enteré de la campaña “El viaje del ADN”.
El buscador de viajes danés “Momondo” decidió llevar adelante la campaña publicitaria internacional “The DNA Journey”, para la cual encuestaron a 7292 personas de 18 países. Les preguntaron qué países les causaban más rechazo y también respecto a sus prejuicios (si los tenían) sobre las personas de otros lugares. Luego, solicitaron a los participantes una muestra de saliva para realizar una prueba de ADN. Los investigadores analizarían el ADN de las personas para conocer de dónde provenían cada uno.
Unas semanas después, los participantes volvieron a ser congregados, para darles a conocer los resultados del análisis de su ADN. Estos traían muchas sorpresas bajo el brazo. Los participantes reaccionaron emocionados al ser puestos al corriente de su verdadero origen genético y reconocieron que los prejuicios racistas, que antes tenían, eran absolutamente huérfanos de razón de ser. “Este test debería ser obligatorio”, asegura uno de los participantes.
Así, Ellaha, de Irán, al recibir sus resultados se enteró de que tenía antepasados de Irak, Turquía, Francia, Alemania y de otros lugares remotos, y hasta un primo entre el grupo de elegidos en este experimento social. Yanina, de Francia descubrió que tenía 32% de inglesa, 31 de italiana, 17% de irlandesa, 14% española, y más; Carlos, de Cuba, supo que era 22% español, 17% americano, 16% africano, 12% italiano, 8% nigeriano, 8% inglés.
Todos tenemos, más de lo que pensamos, algo en común con el resto del mundo. Todos somos seres humanos, con igualdad de derechos y deberes. No somos superiores o inferiores a nadie; todos merecemos respeto. Nadie vale más que otro ni por su color, condición social, origen, ni títulos, no hay raza superior o inferior.
Abramos nuestra mente al mundo e intentemos no hacer juicios de valor. La diferencia entre nosotros es recíproca: tú eres tan diferente para una persona de otra cultura como esa persona lo es para ti.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.