Al volver a la presencialidad, habrá que reforzar el cultivo de estas habilidades de aprendizaje autónomo tan importante para su vida personal y profesional. Y, más que “recuperar” lo perdido, hay que “potenciar” lo logrado.
Por Camilo García. 02 noviembre, 2021. Publicado en El Tiempo, el 31 de octubre de 2021.Las comunidades educativas están alertas y se preparan para e retorno a la presencialidad. Habrá varios desafíos que afrontar: volver a integrar a los estudiantes con los profesores; interactuar, mantener la motivación y actitudes positivas en la presencialidad…. Por otra parte, se deberá trabajar en la afectación de las personas que vivieron momentos sumamente críticos, como la pérdida de familiares. Será importante acompañarlas, brindar atención y seguimiento a cada uno, en especial, a los estudiantes. El asesoramiento será clave en este escenario.
Por otra parte, volveremos con la experiencia ganada en la virtualidad; una realidad que no debemos desconocer, ni los avances logrados en los aprendizajes y modos de enseñanza, para integrarlos al escenario presencial. En adelante, la relación con la tecnología es más natural y necesaria; y hará falta crear una cultura para su uso educativo, canalizar los aprendizajes logrados e integrarlos a nuestra actividad ordinaria y académica presencial.
Hay que aprovechar que los alumnos están abiertos al aprendizaje virtual y son hábiles con la tecnología, para alentarlos a seguir aprendiendo, explorando, buscando nuevas herramientas. Toda esta experiencia será útil en los procesos de enseñanza – aprendizaje. Por ejemplo, podemos propiciar espacios para seguir interactuando con estudiantes de otras universidades, invitar a docentes extranjeros a compartir experiencias, etc.
Hemos pasado de una adecuación rápida e inesperada con la tecnología a su uso normalizado. Los docentes, ahora, debemos avanzar a una fase de innovación con esta, aprender nuevas estrategias de enseñanza, potenciar la investigación y seguir formándonos en esta nueva realidad educativa.
Ha habido aprendizajes valiosos para la formación de la persona. La vivencia de la pandemia, el dolor y la angustia generaron el cultivo de valores como la amistad, la solidaridad, la empatía, etc. Los estudiantes demostraron su ingenio y capacidad para adaptarse a los nuevos escenarios educativos y para recibir a la universidad en su casa. Hay que saber valorar estas experiencias.
El aislamiento les ha permitido un crecimiento personal y en compromiso con sus estudios. No dudaron, por ejemplo, en escalar un monte y adecuarlo para recibir una mejor señal. Estas vivencias tienen un enorme valor formativo. Asimismo, han desarrollado la autonomía en los estudios, al inicio aislados, y luego, de a pocos, interactuando en la virtualidad.
Al volver a la presencialidad, habrá que reforzar el cultivo de estas habilidades de aprendizaje autónomo tan importante para su vida personal y profesional. Y, más que “recuperar” lo perdido, hay que “potenciar” lo logrado. Ahora, hay que “reiniciar” la educación en todas sus facetas, seguir con el compromiso de cerrar las brechas digitales aun existentes y recuperar los abandonos de estudio. Lo prioritario será recuperar el bienestar socioemocional de los estudiantes, diagnosticar los aprendizajes logrados y acompañarlos en este posible retorno progresivo a la presencialidad.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.