Más de 8 millones de estudiantes podrían dejar de recibir clases a distancia y volver a las aulas. Sobre este tema, el profesor Moisés Pariahuache y el psicólogo Renzo Villanueva explican qué deben hacer los maestros y padres de familia para asegurar un retorno a clases efectivo y seguro
Por Betsy Salazar Guerrero. 17 noviembre, 2021. Publicado en Suplemento Semana, El Tiempo.Hace casi dos años, los escolares convirtieron diversos ambientes de sus casas en su nuevo salón de clases, adaptándose a ver a sus compañeros y maestros, a través de una computadora. Hoy, el retorno a la presencialidad parece estar cada vez más cerca, debido al avance del proceso de vacunación en todo el país. Pero, ¿cómo afectará la vuelta al colegio en la educación y salud mental de los escolares?
La socialización es la relación que se establece entre personas, en la que surgen vínculos humanos bastante estables que enriquecen la vida. Los colegios, afirma Moisés Pariahuache, profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Piura, complementan la socialización de las niñas y los niños y, por tanto, representan un buen escenario para una interrelación natural.
De acuerdo con el Ministerio de Educación, 230 000 estudiantes ya han regresado a las aulas y reciben clases semipresenciales. El retorno a la presencialidad representa un gran desafío para las escuelas pues deben saber cómo minimizar la posibilidad de contagio, acoger de forma afectuosa a los estudiantes y poner en marcha un diagnóstico para sincerar el nivel de aprendizaje; y, sobre esa base, estructurar propuestas pedagógicas idóneas, indica Pariahuache. “El desafío es gestionar un buen entorno para la convivencia y el diseño de experiencias educativas que faciliten el trato horizontal, respetuoso y exigente de los estudiantes”.
En esa misma línea, el psicólogo Renzo Villanueva, profesor del programa de Psicología de la Universidad de Piura, sostiene que las instituciones educativas deben mantener el distanciamiento y hacer cumplir todas las pautas de bioseguridad, este cumplimiento es el eje central del cambio y generará tranquilidad.
Sobre la presencialidad refiere que permitirá equiparar la balanza de recuerdos y experiencias durante este periodo de pandemia. La escuela desprende todo un sentido de pertenencia positivo, ese efecto contrarresta la sensación de pesadez y monotonía a la que muchos están expuestos. Se debe tener en cuenta que los seres humanos son sociales por naturaleza, necesitan ver, interactuar, codificar y crear estrategias que les permitan alcanzar sus objetivos, “necesitamos ese contagio emocional que ninguna pantalla puede brindar”, acota.
Otro de los desafíos en cuanto a la socialización, dice Pariahuache, será, por ejemplo: alcanzar un equilibrio entre los protocolos sanitarios y la efusividad de las personas, guiar con prudencia a aquellos que tienen un alto temor al contagio, entrenar la capacidad de atención de los estudiantes, generar una cultura de cooperación y compromiso, e incidir que todas las personas importan, que cada quien es único, y son acogidos con aprecio. Los profesores deberán medir estos aspectos con profesionalismo.
Villanueva afirma que la presencialidad impactará positivamente en la salud de los menores, pues la interacción entre compañeros, el sentido de pertenencia con el colegio, los roles profesor-alumno y los aprendizajes sociales que se desprenden de la interacción directa, contribuirán en un crear un impacto positivo.
Por otro lado, es posible que también haya cierto grado de inseguridad o miedo, debido a la exposición; por eso, recalca, será importante que las autoridades educativas y las familias orienten y apoyen. “El botón de pánico en sus cerebros irá apagándose cuando empiecen a crear nuevos y agradables experiencias”.
¿Qué aprendizajes se deben retomar?
La educación virtual ha facilitado el desarrollo de habilidades importantes, sobre todo, las relacionadas con la competencia digital y gestión de la información, de las que se desprenden efectos positivos como: mayor autonomía para acceder a la ciencia y la cultura, sostiene el profesor Pariahuache. No obstante, al ser los niños y jóvenes una población en formación, se requiere de una ayuda oportuna para evitar la adicción a juegos digitales, el deterioro de la apertura para escuchar a los otros, la búsqueda desmedida por la inmediatez, la baja reflexión crítica e incluso la alta dependencia a los equipos tecnológicos.
Por ello, el regreso al contacto con los otros es una oportunidad para afianzar las habilidades blandas que permitan relacionarse de forma alturada en las diferentes situaciones de la vida.
La gran ventaja que tiene la escuela es que, partiendo de un ambiente ordenado, un sistema organizado y unos criterios claros de convivencia, las personas infieren rápido el modo de comportarse y aprenden por observación, acota el educador.
También es responsabilidad del profesorado proponer actividades debidamente dosificadas, que tengan suficiente nivel de exigencia; y, a la vez, evitar barreras que entorpezcan las relaciones y los deseos de aprender.
Por otro lado, recalca que partiendo de la premisa de que la educación es un asunto de interés público y siendo conscientes de ciertos extremos que se han evidenciado durante la pandemia, sí hay motivo para pensar en reajustes más sustanciales al sistema educativo para forjar una sociedad decidida a crecer en humanidad. “El currículo de por sí ya se define como una propuesta flexible y, en virtud de ese rasgo, se pueden justificar las adecuaciones pedagógicas que esta realidad reclama”.
Cambios emocionales
Según el Ministerio de Educación, más de 8 millones de estudiantes reciben clases a distancia, ¿cuáles serán los cambios de estos escolares al volver a la presencialidad? El psicólogo Villanueva asegura que, como todo proceso de adaptación, este tendrá una curva para entender el nuevo formato de clases y de interacción.
Es probable que gran parte de la población escolar llegue con alteraciones emocionales (niveles altos de ansiedad, impulsividad, tensión, etc.), debidas al aislamiento y miedo permanente, por lo que será importante que los profesores tomen esto en cuenta y no pasen inmediatamente al dictado de clases como si vinieran de unas vacaciones.
“Todos hemos pasado por experiencias muy sensibles que deben ser abordadas en clase. Es importante que el docente tome en cuenta el mundo emocional de sus alumnos”.
Los maestros deben transmitir valores como la empatía, el respeto, la admiración por su capacidad de resiliencia, la importancia del apoyo mutuo y de la comunicación. Del mismo modo, deben enseñar que las emociones no son malas. En este caso, son el resultado de una experiencia muy particular e intensa y que, por ese mismo motivo, necesitan ser expresadas y canalizadas
Para el profesor Pariahuache, el regreso a clases traerá desafíos distintos para los alumnos y la superación dependerá mucho de la construcción de escenarios habilitadores. “Pienso que ayudará, en el reinicio del retorno a clases, la propuesta de actividades participativas y lúdicas; pero, con claros objetivos formativos, que permitan que todos puedan conocerse, expresarse democráticamente, asumir un rol y consensuar hacia una meta”, agrega.
Los estudiantes más pequeños tendrán los desafíos propios del desapego e incursión en un espacio nuevo. En cambio, los más maduros estarán preocupados por la calidad y facilidad de la relación con los otros y, quizá, por la reacción que tendrán los demás por el aprendizaje logrado con la educación remota. Sobre esto, el sinceramiento de aprendizajes será una tarea a interpretar con calma, dice el profesor.
El entorno familiar
Los padres de familia han sido un soporte fundamental en las clases virtuales de sus hijos. Por ello, ante el posible regreso a clases, Villanueva recomienda que vayan abordando y resolviendo las dudas de sus hijos, para traer abajo todos los miedos y dudas cultivados desde hace más de un año.
Deben anticipar y crear más de una respuesta ante posibles problemas como el aseo, el cuidado personal, el distanciamiento, el respeto de las normas, entre otros; y, resaltar lo positivo y agradable que será regresar al colegio, más allá del campo académico, acota.
Uno de los más grandes desafíos de los padres es que dejen de lado sus preocupaciones e inquietudes, para no afectar la seguridad de sus hijos. “Si ya han aceptado que su hijo vaya al colegio, deben empoderarlos y hacerlos sentir seguros”.
Durante los primeros días de clases, los papás pueden ayudar a gestionar mejor las emociones de los estudiantes hablando del tema, buscando espacios guiados donde puedan expresar sus emociones sin sentir vergüenza. A esto, se debe sumar el papel protagónico que deben asumir los padres y los maestros, quienes deben ser agentes de escucha y contribuir con sus experiencias.
“No esperemos que los niños o adolescentes se animen a hacer cosas que los adultos no hacemos. Es importante que vean cómo, desde nuestros diferentes roles, somos capaces de decir “me costó”, “la pasé mal”, “no sabía qué hacer”, etc. Esto creará empatía y evidenciará una realidad que muchos comparten”, refiere el psicólogo.
El psicólogo en la escuela
Las escuelas deben brindar y fomentar espacios de conversación, pues los estudiantes tienen mucho que expresar. En este sentido, hoy más que nunca, el rol del psicólogo en la institución educativa es muy importante, refiere Villanueva.
Además, dice, se debe ver que la cantidad de psicólogos en un colegio sea proporcional al de los alumnos, caso contrario la calidad del trabajo se ve afectada al igual que la estabilidad emocional. En muchos escenarios, solo existen dos o tres psicólogos en un colegio, por lo que la calidad profesional se limita por el desgaste.
Asimismo, esta medida debe estar acompañada desde una mayor concientización en las escuelas, sobre la importancia de la búsqueda activa de estabilidad emocional y el saber expresar las emociones.