Aunque ya hace décadas que se busca trasplantar órganos de animales a seres humanos (el denominado xenotrasplante) todavía hay muchos problemas técnicos que resolver. Además, es necesario respetar los criterios éticos de respeto por las personas.
Por Jaime Millás Mur. 31 enero, 2022. Publicado en ExaudiRecientemente ha sido trasplantado un corazón de cerdo a un ser humano. Esto ha sucedido en Baltimore, Maryland. “Ha sido un largo camino para llegar a este punto, y es muy emocionante que estemos en un punto en el que un grupo estaba listo para probar esto”, dice Megan Sykes, cirujana e inmunóloga de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York. ”Creo que habrá muchas cosas interesantes que aprender”.
Aunque ya hace décadas que se busca trasplantar órganos de animales a seres humanos (el denominado xenotrasplante) todavía hay muchos problemas técnicos que resolver. Además, es necesario respetar los criterios éticos de respeto por las personas, así como la valoración de riesgos y posibles beneficios.
Es la primera vez que un órgano de cerdo se trasplanta a una persona que tiene la oportunidad de sobrevivir, al menos por un tiempo. En 2021, cirujanos de Nueva York trasplantaron riñones de la misma línea de cerdos modificados genéticamente a dos personas legalmente muertas sin una función cerebral perceptible. No se produjo rechazo y los órganos funcionaron normalmente mientras los receptores estaban conectados a ventiladores.
Hasta ahora la investigación se había realizado en primates no humanos. El xenotrasplante ha experimentado avances significativos en los últimos años con la llegada de la edición genética CRISPR-Cas9, que facilitó la creación de órganos de cerdo con menos probabilidades de provocar una reacción del sistema inmunitario humano. El último trasplante utilizó órganos de cerdos con 10 modificaciones genéticas.
La FDA (Administración de Drogas y Alimentos de los EEUU) rechazó la posibilidad de realizar un ensayo clínico de trasplante de corazones de cerdo a humanos. La FDA exigía que primero se hiciera el trasplante a 10 babuínos.
David Bennet, de 57 años, que había recibido apoyo cardíaco durante casi dos meses y, debido a un latido cardíaco irregular, no podía recibir la ayuda de una bomba cardíaca mecánica, pudo ser el sujeto de este xenotrasplante con el permiso de la FDA, pues de lo contrario se enfrentaba a una muerte segura. La cirugía salió bien y la función cardíaca era adecuada.
Por el momento, el trasplante está limitado por la normativa vigente y por la oferta de cerdos. Solo hay una empresa que tiene instalaciones adecuadas y animales de calidad clínica. Para fabricar el corazón de cerdo utilizado en el trasplante, la compañía eliminó tres genes de cerdo que desencadenan ataques del sistema inmunitario humano y agregó seis genes humanos que ayudan al cuerpo a aceptar el órgano. Una modificación final tiene como objetivo evitar que el corazón responda a las hormonas de crecimiento, asegurando que los órganos de los animales de 400 kilogramos sigan siendo del tamaño de un humano.
Aunque la combinación parece haber funcionado, no está claro cuántas de las modificaciones son necesarias. ”Se necesita mucha más ciencia para evaluar cada modificación genética”, dice Sykes, quien agrega que “necesitamos esa información” porque las modificaciones también tienen el potencial de ser perjudiciales para las personas. Por ejemplo, en otra investigación se ha encontrado que en los babuinos que reciben riñones de cerdo, la modificación de la hormona del crecimiento causa problemas con el transporte de orina.
Desde el punto de vista bioético, el inconveniente que presentan estos experimentos se reduce fundamentalmente a la seguridad del procedimiento, el balance entre los riesgos y los posibles beneficios. Hay que tomar en consideración los efectos secundarios que se produzcan como resultado de la utilización de órganos genéticamente modificados que, además, al provenir de animales, conllevan el riesgo de provocar zoonosis: en el caso de los cerdos pueden transmitir retrovirus, presentes en todos sus genomas.
No estamos tratando aquí de las quimeras humano-animal, producidas por la inserción de células pluripotenciales humanas en un embrión animal que conllevan el riesgo de que esas células migren al cerebro o a los órganos reproductores, lo que constituye un grave problema ético. Sin embargo, también en este tipo de investigaciones en xenotrasplantes, que buscan paliar la falta de órganos, debemos ser prudentes y valorar con justeza los peligros para no ir más allá de lo conveniente. La ciencia biomédica no se beneficia de investigaciones que incumplan normas bioéticas, sino que avanza de la mano del respeto a la dignidad de la persona.