Sus trabajos publicados y otras fuentes históricas reveladas recientemente nos dan a conocer que Mendel fue un científico cuidadoso, paciente y fiel a los datos. Estas virtudes le condujeron a lograr descubrimientos que han perdurado hasta nuestros días.
Por Jaime Millás Mur. 03 agosto, 2022. Publicado en Exaudi, el 3 de agosto de 2022.En un reciente editorial de la revista Nature con ocasión del bicentenario del nacimiento de Gregor Mendel, se hace referencia al trabajo científico riguroso y discreto de este monje austriaco.
El actual conocimiento que la biología molecular y el estudio y secuenciación de los genomas nos ha proporcionado, da una idea de la complejidad de la Genética. Sin embargo, nos sigue impresionando que Mendel, en el jardín de su monasterio, describiera los principios de la herencia con sus famosas leyes en las décadas de 1850 y 1860.
Conocido como el padre de la genética moderna, sus ideas no fueron reconocidas hasta comienzos del siglo XX, unos 30 años después de publicado su manuscrito. Aunque las notas de sus experimentos, sus observaciones provisionales y métodos de trabajo se quemaron después de su muerte, sus trabajos publicados y otras fuentes históricas reveladas recientemente nos dan a conocer que Mendel fue un científico cuidadoso, paciente y fiel a los datos. Estas virtudes le condujeron a lograr descubrimientos que han perdurado hasta nuestros días. El bicentenario de su nacimiento, ocurrido el 22 de julio de 1822, nos brinda la ocasión de celebrar a un gigante de la ciencia. «Visto a la luz de lo que se sabía de las células a mediados del siglo XIX, Mendel se adelantó décadas a su tiempo», escriben Peter van Dijk de KeyGene en Wageningen, Países Bajos, y sus colegas en un artículo de Perspective en Nature Genetics (https://www.nature.com/articles/s41588-022-01109-9 ).
En su artículo “Experimentos sobre híbridos de plantas”, presentado a la Sociedad de Historia Natural de Brno (actual República Checa) Mendel sentó las bases de la genética, sin conocer aún la existencia de cromosomas o de genes. Cruzó 22 plantas de guisante de jardín (Pisum sativum) mediante polinización natural de estos ejemplares y su progenie en repetidas oportunidades hasta producir más de 10.000 durante 8 años. Clasificó según sus características (color, forma de la semilla y posición de las flores) las plantas de cada ciclo de polinización. Cuando analizó estos datos descubrió que ciertos rasgos como color y forma se pueden transmitir de una a otra generación.
El manuscrito presentado es un modelo de comunicación de una investigación científica. Refiere en lenguaje asequible el establecimiento de controles y la protección de la integridad de los experimentos, entre ellos las medidas para reducir el riesgo de polinización por insectos. Reconoce de forma generosa la contribución de otros autores y, en la parte final, añade una discusión sobre posibles fuentes de error y avisa lo siguiente: “La validez del conjunto de leyes sugeridas para Pisum requiere una confirmación adicional y, por lo tanto, sería deseable una repetición de al menos los experimentos más importantes”, escribe en la conclusión.
Como es conocido, Mendel acuñó los términos dominante y recesivo, conceptos que siguen siendo fundamentales en la genética actual. Sin embargo, la reserva que manifestó al interpretar sus resultados se constató fundamentada. Los investigadores en genética y biología molecular, al experimentar con organismos modelo y estudiar patologías familiares y poblaciones humanas, han demostrado que las características observables no son el resultado sólo de los genes sino reciben la influencia de varios factores como el ARN, la epigenética (cambios químicos en las bases del ADN que no alteran la secuencia), posición de un gen en el genoma y factores ambientales.
Lamentablemente, como se ha comprobado de manera fehaciente, los defensores de la eugenesia, con el equivocado concepto, que no se sostiene científicamente, de mejorar al ser humano a través de la crianza selectiva, quisieron dar valor a su teoría utilizando el nombre de Mendel de forma irresponsable, aplicando erróneamente esquemas dominantes/recesivos para explicar rasgos, comportamientos y habilidades humanas complejas. La eugenesia continuaría alimentando una miríada de agendas sociales y políticas, incluidas las leyes estadounidenses de esterilización e inmigración y las políticas nazis. Ya en 1884 sus investigaciones eran citadas por científicos que propugnaban la superioridad racial. Como ha demostrado la pandemia de COVID-19, la mala interpretación científica y la desinformación pueden causar un daño extremo. Y es que la ciencia puede distorsionarse como también sucede actualmente cuando, por ejemplo, los conocimientos sobre el inicio de la vida humana se usan para fines contrarios a la dignidad de la persona.
Como es conocido, hay mayor variación genética entre personas de la misma raza que entre personas de razas diferentes, lo que demuestra que no hay una base biológica para lo que denominamos raza. El origen del hombre se va comprendiendo mejor gracias a la genética y la paleontología. Desde luego el papel de los genes en el comportamiento humano es aún desconocido, sin embargo, sabemos que no estamos determinados por los genes de forma absoluta, sino que somos libres.
En esta época de fiebre competitiva por publicar y búsqueda de factor de impacto, vale la pena volver la vista a este gran personaje comprometido con la cuidadosa observación, el rigor en el análisis y la humildad en la interpretación de los resultados.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.