Magda Portal era “la más representativa, no solo por ser la primera poetisa, sino la primera mujer que dio contenido realista a las aspiraciones femeninas”. Imposible no amarla.
Por Carlos Arrizabalaga. 06 enero, 2025. Publicado en El Peruano, 4 de enero de 2025.Furibundo arremetía Federico More contra los apristas, con duros insultos homófobos: “jovenzuelos nunca dulcificados por una mujer”. Al mismo tiempo, Haya de la Torre lanza por todo el país a una de sus mejores propagandistas: la escritora y activista Magda Portal (1900-1989). Llegó a Piura el 9 de octubre de 1934. En el campo de aviación la recogió Telma García Fowch con flores. Unas 500 personas la esperaban en el local del partido, donde Zoila Gómez, a nombre del comité de Sullana, le dio la bienvenida: deplora la “tenaz persecución” y destaca la “inmensa labor” desarrollada desde su última visita. Se aloja en casa del secretario, el también escritor Teodoro Garcés Negrón, quien le dedicará en las páginas de El Tiempo un ampuloso poema de elogio: “talismán que guía e impulsa a las masas oprimidas”.
El director del diario, Augusto Moscol, había sido remplazado por Edgardo Varela. “Hoy, con la evolución de las ideas y las costumbres y con los aportes de ideologías nuevas la mujer recupera su verdadera posición, conquista su verdadero rol, y de la cocina, de la cuna y del salón, se incorpora al clamor de las multitudes y siente con el dolor de su pueblo y con él alienta sus fervorosos anhelos de mejoramiento social dentro de la justicia y del derecho”, exalta Varela.
Visitó luego Sullana y Paita. El 20 de octubre, en el teatro Grau. La presenta Daniel T. Ruiz: “Esta hora álgida en que todas las conciencias libres se debaten resueltamente por sacudirse del yugo esclavizante de la injusticia”. También habló Adelaida Obando. El diario no recoge el discurso de Portal: no los llevaba escritos. En el teatro Edén de Catacaos, el 13 de octubre, amenizó la velada el quinteto Obando, luego de un inflamado discurso de José María Calle.
Las jornadas más difíciles fueron en las regiones petroleras (Talara, Lobitos, El Alto), donde igual alcanzó “éxito completo” la gira proselitista. Pero unos pocos “individuos que se creen socialistas y se llaman tales” habían pretendido deslustrar este “certamen de cultura” y “armaron una zinguizarra”, aunque fracasaron por completo.
En sus intervenciones hablará sobre la organización vertical y los deberes de la mujer aprista “en los actuales momentos”, y defenderá, entre otras cosas, que la mujer no sea una dependencia del hombre y que se reconozca su voto calificado, no solo en el ámbito municipal. Perú tiene “una democracia feudal-burguesa” donde “la incultura, el fraude y el soborno han convertido las urnas en un negociado para los políticos de profesión” (p. 30), había escrito en su libro Hacia la mujer nueva (1933).
El gobierno transitorio del general Benavides concedió una amnistía y permitía cierta libertad política a los grupos de izquierda, que se aprestaron a conquistar el poder por el voto o a sangre y fuego, si fuera necesario. Las concentraciones apristas disfrazaban de eventos culturales sus pretensiones revolucionarias, con un lenguaje violentista (ejércitos apristas, lucha tenaz, sacrificio y pugna), junto a ideas positivas de mejora, estabilidad integral, cooperación y regeneración del Perú. La apertura duró poco y en su siguiente estancia en Chiclayo, Portal sería apresada por el régimen, durante 500 días.
Dejó manuscritos borradores de una autobiografía que ahora editó Inmaculada Lergo. Algunos de los recuerdos que la abrumaban (“como pájaros sobre postes eléctricos”), los declararía también en una entrevista de Ana María Portugal y Esther Andradi (1978).
De su viaje a tierras piuranas –ha destacado Miguel Seminario Ojeda (2021)– Portal menciona incidentes en Sullana, donde “el elemento cerrista y el socialista” habían preparado igual un ataque. Un silencio tenso, cargado de amenazas. Ella los enfrentó arrolladora: “Fui dura y a veces violenta, refutando cargos injustos y señalando a los que siendo defensores del pueblo les esquilmaban sus derechos, cobrándoles por defenderlos”. Llegando a Huancabamba, el chofer los abandona. Seis hombres “fornidos y matonescos” se acercan: “A la que quiero conocer es a la Magda Portal”, dijo uno. Salió al paso con las manos en los bolsillos: “Yo soy Magda Portal”. Se desconcertaron y empezaron a retroceder hasta darles la espalda y alejarse. Con razón Varela destacaría: “Magda Portal no mide el peligro”.
Ese fue su primer viaje, en 1931, cuando llegó a Talara Víctor Raúl Haya de la Torre, que retornaba de su exilio. Portal disfrutaba esas campañas. “De esa suerte conocí todos los medios de locomoción, sobre todo los menos costosos u onerosos, pero que siempre me llevaban al lugar programado”. Dejó una huella notable en cada lugar. Serafín Delmar lo diría en La Opinión de Los Ángeles, California (29/08/1939): después de Matto, Cabello y Angélica Palma, Magda Portal era “la más representativa, no solo por ser la primera poetisa, sino la primera mujer que dio contenido realista a las aspiraciones femeninas”. Imposible no amarla.