Ruth Rosas, especialista en Historia y Gestión Cultural, hace un análisis, desde un ángulo religioso, del proceso de independencia del Partido de Piura.
Por Julio Talledo. 26 julio, 2013.El panorama historiográfico actual considera necesario el análisis de las historias regionales en el estudio de la independencia peruana e insiste en una mayor profundización de tales temas desde diversas perspectivas no solo políticas, sociales, económicas o militares, sino también religiosas, tratando de conseguir así un panorama cabal y completo de este período tan importante de la Historia del Perú.
En el marco de la celebración de los bicentenarios de la independencia hispanoamericana se hace necesario analizar la mentalidad y discurso religioso en la transición hacia la independencia del Partido de Piura, respondiendo a unas necesidades historiográficas puntuales pues, hasta el momento, se han realizado, para este período, trabajos sobre el clero piurano sin analizar las manifestaciones religiosas de los feligreses y las reacciones que tuvieron ante el discurso emitido por las autoridades eclesiásticas.
Las ideas centrales que hay que desarrollar parten de que la mentalidad y el discurso religioso desde fines del XVIII y durante las primeras décadas del XIX presentan peculiaridades interesantes de acuerdo al contexto vivido, ya sea en tiempos de las Cortes de Cádiz o por la presencia del Ejército Patriota, moldeando paulatinamente las múltiples motivaciones con las que los fieles se acercaban o no a los ritos religiosos.
Los reclamos de los feligreses
Los feligreses de la zona andina, por ejemplo, no acataron pasivamente las ideas y mandatos emitidos por las autoridades eclesiásticas sino que reaccionaron al discurso de varias maneras: oponiéndose al adoctrinamiento y a algunos sacramentos, sobre todo, por la compra de bulas que implicaba. También reclamaba por el castigo físico que recibían de los curas doctrineros, desobedeciendo el mandato de no embriagarse antes ni después de la misa y/o fiesta religiosa y, sobre todo, resistiéndose al pago de diezmos cuando no se ceñía a lo establecido por la tradición.
Todos estos casos de reacción ante el discurso desdicen la teoría de que los indios veneraban al sacerdote y que no lograban distinguir entre el “sacerdocio del sacerdote y su condición humana”. No en pocos casos fueron desobedecidos, agredidos verbalmente, amedrentados, asaltados o enfrentados por alguna autoridad indígena que casi siempre pedía el apoyo del común de indios reunido para celebraciones religiosas. Apoyados por la multitud, avivados por entusiastas líderes y eufóricos por los efectos del alcohol los parroquianos fueron tomando conciencia del poder que tenían en conjunto haciendo ceder a las autoridades en no pocas ocasiones durante el tránsito hacia la independencia.
El acceso a la independencia y el comienzo de la crisis relacionada con la presencia del Ejército Patriota generó serias alteraciones con implicaciones en la religiosidad de los piuranos debido al enrolamiento de civiles durante la misa dominical y las fiestas religiosas. Estas acciones provocaron la huida de los hombres, el absentismo en las celebraciones litúrgicas, la disminución de diezmos, limosnas y bulas, la petición de postergación de fiestas religiosas y la proliferación de plegarias, rogativas, ofrendas y ayunos elevados a Dios para preservar la vida de los familiares reclutados. La incertidumbre y el miedo por la leva o por perder a un ser querido en la guerra no sólo afectó la práctica religiosa sino también el transcurso de la vida social, evidenciando un cierto desencanto por la lograda independencia.
Diezmos, donativos forzosos…
Por último, la política de donativos aplicada desde fines del XVIII e incrementada tras la declaración de la independencia y la injerencia de las autoridades políticas en asuntos de la Iglesia –con la evidente pretensión de trastocar la mentalidad popular de la feligresía en lo referente al ámbito económico– buscaron cimentar la campaña destinada a eliminar los derechos y ofrendas derivados de la celebración de matrimonios y de otras celebraciones religiosas de carácter festivo, generando gran alarma en los presbíteros.
La resistencia al pago de diezmos, bulas y emolumentos propios de la celebración de algunos sacramentos, los donativos forzosos y las medidas del gobierno de turno acabarían por desestructurar una de las instituciones más poderosas del virreinato; en buena lógica ello implicaría también situaciones de cambio en las manifestaciones religiosas de los feligreses.
Hoy, próximos a celebrar un año más de independencia, continuamos escudriñando en la historia de esta gesta desde otras perspectivas con el único afán de hacer un estudio cada vez más completo y contribuir así con la consolidación de nuestra Conciencia Nacional.