Desde hace unos años atrás —quizá no pocos— me sorprendí de la difusión de esta fórmula de despedida que se ha ido imponiendo y aún perdura entre nosotros. No recuerdo, según mi experiencia, que antes haya sido tan usada. Remontándonos en la historia de la Filosofía encontramos que el “cuídate” lo pronunciaba Sócrates iniciador del […]
Por Luis Eguiguren. 20 diciembre, 2013.Desde hace unos años atrás —quizá no pocos— me sorprendí de la difusión de esta fórmula de despedida que se ha ido imponiendo y aún perdura entre nosotros. No recuerdo, según mi experiencia, que antes haya sido tan usada.
Remontándonos en la historia de la Filosofía encontramos que el “cuídate” lo pronunciaba Sócrates iniciador del Humanismo Filosófico Griego. Quienes estamos algo habituados a la reflexión filosófica seguramente no habremos dejado pasar la oportunidad para examinar esta fórmula actual de cortesía: “cuídate”.
Revela, esta manera de despedirse, la amabilidad que tan felizmente es advertida como un rasgo característico de nuestro ambiente peruano. Así me lo han comentado catedráticos extranjeros de Humanidades que han visitado la Universidad de Piura (UDEP): hay una manera delicada, amable, de dirigirse a los demás entre los peruanos. Vale la pena seguirla cultivando, sin duda alguna, no nos vamos a dormir en los laureles.
Notemos que este ‘cuídate’ —para nosotros familiar—marca el inicio del periodo humanístico en la historia del pensamiento occidental. Cuídate, porque vales mucho. Solo tú puedes cuidarte a fondo. Pero cuídate —por favor— de no ser egoísta ególatra y, a partir de ahí, de tantos y tantos defectos.
Entonces este “cuídate” equivale a cultívate. Cuida de ti integralmente, afínate. ¿Y cómo vas a hacerlo? Por supuesto que tiene que ser con toda tu libertad. Ojalá que escojas lo mejor para ti. ¿Será lo mejor para ti solo porque tú lo escojas así? ¿Cómo será? ¿Habrá que recapacitar sobre esto?
A estas preguntas, a este cariñoso ‘cuídate’, de persona a persona, es que responde el cultivo de las Humanidades. Ojalá que no las obviemos en nuestra formación más seria y atenta; ojalá no las arrinconemos con los cachivaches, por no ser útiles para nuestra carrera profesional de éxito en el mercado del trabajo.