Crisis o emergencia educativa son términos a los que se alude en discursos de cualquier índole. ¿Qué hacer ante ella? El educador Pablo Pérez propone algunas fórmulas basadas en una mayor atención al elemento humano del sector y sostiene que para que la Educación mejore “debe ser un proyecto de vida honorable en el que la gente gane mejor, tenga lo suficiente para vivir y un mayor prestigio social”.

Por Elena Belletich Ruiz. 16 enero, 2014.

Profesor Pablo Peréz, docente de la Universidad de Piura

Profesor Pablo Peréz, docente de la Universidad de Piura

Crisis o emergencia educativa son términos a los que se alude en discursos de cualquier índole. ¿Qué hacer ante ella? El educador Pablo Pérez propone algunas fórmulas basadas en una mayor atención al elemento humano del sector. Sostiene que para que la Educación mejore “debe ser un proyecto de vida honorable en el que la gente gane mejor, tenga lo suficiente para vivir y un mayor prestigio social”

La reforma educativa que se viene planteando, ¿es la que debiera hacerse?

En la educación, igual que en todas las cuestiones sociales, cuando se hace una gran “revolución” que da la vuelta a todo, después se debe volver a los principios. Por ello, hay que dar pasos pequeños. La gente ahora quiere cambiar todo de golpe, cuando lo que se debe hacer es mejorar poco a poco: la formación de profesores, dedicación al estudio, etc.

En el informe PISA (de la Unesco), tan comentado en los últimos tiempos, se resaltan las deficiencias del aprendizaje en Matemática y Lenguaje, ¿es esto lo más importante?

No, ese enfoque es parte de la política mundial que está originando las crisis, porque se ve en la educación una preparación para el trabajo y las exigencias de la sociedad laboral. No están tan preocupados por formar hombres responsables, dedicados al estudio, sino solo en darle unas herramientas; las cuales, ante los defectos de personalidad, no llegan a adquirirse o aplicarse adecuadamente.  Están promocionando un alumno desinteresado por el saber y por la ciencia que, naturalmente, encuentra problemas en lo que buscan (Matemática y Lenguaje o Comunicación); pero, además, en el modo de interpretar al país, la vida y las relaciones sociales.

Se sabe que los maestros son clave para mejorar la enseñanza pero, ¿cómo formarlos mejor?

El Gobierno debería exigir al profesorado una preparación capaz de producir cambios en la educación, estudios adecuados, pero no lo hace. Esto no ocurre solo con el profesorado sino con todas las profesiones. Hace falta exigencias: de conocimiento, tono personal, vida y otra serie de cosas que hoy no se piden. Esto significaría, seguramente, cerrar una serie de instituciones, controlar que se dé un nivel ético y de formación en los profesores, estar pendiente de lo que ese necesita y actuar hasta lograrlo.

Entonces, ¿es necesaria la evaluación del profesorado a la que muchos se oponen?

Sí, pero sin que en un comienzo sea algo definitivo, sino que sirva para establecer una meta y poner los medios para lograrla. Seguro que se encontrará un nivel bajísimo en la mayoría del profesorado. La solución no es ‘eliminarlos’ sino darles una autentica capacitación, proponiendo unos niveles a alcanzar; quien no los logre tendría que abandonar, por el bien de todos, la labor educativa; siempre se podría encontrar una función en  el colegio a la altura de su capacidad. Este peligro hace que el profesorado se resista a esta medida pero creo que es imprescindible.

Y, ¿Qué opina sobre la propuesta de incrementar el número de horas de clases?

Es fundamental. Pero creo que habrá mucha oposición; en principio, de algunos profesores que, por el sueldo que ganan, necesitan trabajar en varios sitios. Será un golpe económico para ellos que habría que solucionar aumentando los sueldos. Algo que de todas maneras hay que realizar. Mayor oposición habrá entre los papás que no están dispuestos a mandar a sus hijos al colegio dos veces al día. Se va a encontrar una resistencia social que hay que vencer, si se quiere que la educación mejore.

Es importante formar a los profesores pero, ¿se contempla también la formación en valores y virtudes para los alumnos?

Los profesores están preocupados por esto, pero la educación no es un mundo aparte sino que adolece de todo lo que padece la sociedad. No se puede esperar que el educador tenga unos valores que no tienen: el abogado, el ingeniero, el empresario ni el policía. Si se acaban los valores en los profesores estamos perdidos, pero si se acaban en la familia, el profesor poco puede hacer. Es evidente que la crisis de valores tiene que levantarse o vencerse en la educación, pero esto sucederá si se vence primero en la familia y en la sociedad; hace falta un esfuerzo integral en todo el país.

La proliferación de centros educativos y de formación pedagógica ¿en qué medida afecta a la educación en el país?

Si fueran buenos no importaría, porque con muchos buenos habría más competencia y esto sería estupendo: los alumnos tendrían centros para escoger y las instituciones  se esforzarían en mejorar para captarlos. El problema es que esta proliferación no se acompaña de la competencia y exigencias de formación de las que hablamos. El control que hace el Estado es muy débil o se hace donde no debiera.

Por ejemplo, se exige un determinado número de doctores en las universidades, entonces estas se las arreglan para dar doctorados sin el nivel que justifique el grado, para cumplir la norma. Algo similar ocurre con las licenciaturas, maestrías, etc. Se debe controlar el nivel pero, desgraciadamente, esto es algo que no les interesa ni a los propios alumnos; la mayoría solo quiere el título, y buscan el centro que se lo proporcione sin demasiado esfuerzo ni gasto. Esto hace que todo tipo de centros (buenos o malos) encuentren siempre su ‘clientela’. Por ello, el estado debe vigilar que tengan el nivel adecuado.

Del presupuesto asignado al sector educación, solo un 3% está destinado a inversión y el resto a planillas…

El Perú es uno de los países que tienen el presupuesto más bajo en todo el mundo y si estamos en la cola a la hora de evaluar resultados, salimos en el mismo lugar al medir la inversión en educación. Además, teniendo en cuenta las dificultades geográficas del país, la diferencia se nota más. Se habla  mucho de la prioridad y de la mejora de la educación pero no se advierte su prioridad en el presupuesto, este es uno de los grandes engaños de siempre.

Si se tratara de tomar medidas inmediatas, ¿qué se podría hacer?

Las medidas a tomar han de ser inmediatas, pero los resultados solo se pueden obtener a largo plazo. La Educación necesita 10 o 15 años de trasformación de las instituciones que forman a los profesores; y de los profesores que ya ejercen. Esto reclama una continuidad en la política de gobierno a la que no estamos acostumbrados. También es fundamental la presión del profesorado por lograr esa nueva posición social, pero ha de ser responsable y comprender los cambios que ha de lograr en su formación y conducta para que se justifique el esfuerzo de la nación por su mejora. Todo esto precisa una política muy valiente y un país que valore justamente la labor del profesor.

Los profesores tienen que ser intelectuales

En este proceso, ¿qué tan importante es la capacitación?

Es importante, pero, si los profesores tuvieran la formación que debieran, si fueran intelectuales esto estaría solucionado. Un intelectual se caracteriza porque puede ir incrementado su formación, es un autodidacta que a partir de lo que sabe puede ir mejorando, progresando, aprendiendo, esto es lo que hace un abogado, médico o cualquier profesional. Ellos pueden actualizarse solos, alguna vez necesitarán de un curso pero, la mayoría no. Lo triste es que, con su formación, el maestro no sabe actualizarse y está esperando un curso, una capacitación, que le digan que hacer…

¿Qué actitudes deben formarse en los educadores?

Hay que exigirles una formación teórica y científica superior, que es la que les da la formación intelectual para que sigan cultivándose. Hasta ahora, y los institutos tienen ese problema, se ha hecho de la Educación una carrera muy técnica, se dan unas formas para enseñar y no unos principios profundos del hombre, de lo que es la Pedagogía, de sus bases, y los conocimientos de la especialidad, sobre todo en secundaria, suelen ser muy pobres. (E.B.)

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El docente y past-decano de la facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Piura señala que la formación del profesorado, una mayor dedicación de horas al estudio (de profesores y alumnos) y una auténtica colaboración de los padres, son algunos de los pasos a dar para remediar los males de la educación.

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Entrevista realizada en el año 2006.

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