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2011

Por Carmela Aspíllaga Pazos

Por Julio Talledo. 09 noviembre, 2011.

Hace 25 años que la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Piura abrió sus puertas. Fue un proyecto largamente acariciado, hecho realidad bajo el estímulo e impulso de nuestro Primer Gran Canciller, San Josemaría, Fundador del Opus Dei. Al calor de su espíritu y de la luz esclarecedora y siempre actual de su magisterio se percibe la elevada consideración que le merece la profesión de educador.

Es obvia la importancia que tiene en un país la educación y la formación de los profesores. Educar es formar al hombre en todas sus dimensiones y esto equivale a enseñar la verdad completa sobre el ser humano, que no puede ser plenamente lo que es, no puede realizarse totalmente, si no vive la trascendencia de su propio ser sobre el mundo y su relación con el Creador.

En un mundo como el nuestro, que pugna por desterrar a Dios y toda relación íntima con Él, la historia se comprende como un puro escenario de los esfuerzos humanos. En este escenario: el progreso, o será material o no es progreso. La existencia se sumerge en el abismo de la vida animal. La moral se reduce a una higiene de los sentidos. Estas son las consecuencias del ateísmo en nuestro tiempo, que se presenta como exigencia del progreso científico y de un cierto humanismo nuevo inmerso no solo en niveles filosóficos, sino que inspira ampliamente a la literatura, el arte, la interpretación de las ciencias humanas y de la historia y a la misma legislación civil con graves consecuencias en el campo de la Educación.

Por otro lado, una educación que se inspira en los principios cristianos conlleva un amor apasionado por la verdad y no puede soslayar la mostración de la verdad sobre el hombre. El profesor que inspira su actividad en esa visión de la persona sabrá ayudar a descubrir, con el bagaje de su formación profesional y desde el interior de su mismo dinamismo, el maravilloso horizonte de respuestas que la Revelación cristiana ofrece acerca del sentido último del hombre, con el que engarza el fin de la educación. Allí encontrará también la luz necesaria para valorar el alcance positivo o negativo de cualquier doctrina, técnica o estrategia pedagógica.

Hoy, más que nunca, la gente joven busca directrices intelectuales que les permitan sentar bases firmes para el desarrollo de su pensamiento y de su acción. Si en la Universidad se renuncia a educar -a la formación integral- se corre el riesgo de formar “bárbaros especialistas”. Se trata de que sean -con verdaderas convicciones éticas- cabezas pensantes; hombres y mujeres que influyan a través de su ciencia, sí, pero principalmente a través de lo que cada uno es en sí mismo, para mejorar el mundo y no hacerlo volar en pedazos.

En la sociedad actual, considero que la Educación tiene cuatro grandes retos que afrontar. El primero: rescatar al hombre como persona mostrando la verdad completa sobre él, hay que atender y mirar al homo sapiens y no solo al homo oeconomicus El segundo: defender y consolidar la libertad de enseñanza ante normas legales que pretenden socavar su autonomía. El tercero: enfrentar la manipulación tecnológica sin dejarse avasallar por la técnica. El cuarto: empeñarse en la formación del profesorado. Aquí, la Universidad de Piura tiene en su Facultad de Ciencias de la Educación, desde hace 25 años, su más amplia justificación y uno de los más importantes servicios que puede prestar a la sociedad.

Educadora. Past decana.

Facultad de Ciencias de la Educación.

Universidad de Piura.

Artículo publicado en el diario El Tiempo, martes 8 de noviembre de 2011.

 

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