Eran las 7:30 a.m. cuando, en plena clase de Literatura, me alborotaron el bolsillo timbrazos sucesivos. Uno era del cuentista piurano José Gabriel Sandoval; otro, de Víctor Palacios. Los dos me informaban de lo mismo: la concesión del premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa, noticia que pude anunciar entre espontáneos aplausos de los […]
Por Manuel Prendes Guardiola. 21 febrero, 2012.Eran las 7:30 a.m. cuando, en plena clase de Literatura, me alborotaron el bolsillo timbrazos sucesivos. Uno era del cuentista piurano José Gabriel Sandoval; otro, de Víctor Palacios. Los dos me informaban de lo mismo: la concesión del premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa, noticia que pude anunciar entre espontáneos aplausos de los alumnos. Esta anécdota, uno de tantos testimonios individuales de cómo se fue conociendo el evento más entusiasmante del Perú en el 2010, revela también la pasión del autor del libro “Piura en Mario Vargas Llosa y su obra” por la figura del gran novelista.
Hoy, ante la inminente visita a nuestra ciudad de Mario Vargas Llosa, me viene a la mente lo que dije hace poco más de un año, en el Club Grau, para presentar el libro del profesor Víctor H. Palacios “Piura en Mario Vargas Llosa y su obra”, publicado por la editorial piurana Pluma Libre.
En todo este tiempo, al Escribidor peruano se le han dedicado instituciones, calles y hasta cumbias; no será pues este libro el menor de los homenajes que reciba, aunque sí tal vez el primero procedente de la ciudad de Piura.
Un error al que podría inducir el título sería el de tomarlo como un mero breviario de citas piuranas. Solo por eso ya sería una publicación valiosa, tanto para el lector no iniciado en la obra de Vargas Llosa como para el buen conocedor de ella, que necesitara acudir a la referencia rápida. Sin embargo, en este libro hay, aparte de una selección de textos, una enjundiosa labor de interpretación. Es rico en referencias textuales (lo que le impide caer en vaguedades o en errores: se muestra todo lo que se atribuye al novelista), pero inequívocamente personal.
Piura, tierra natal del autor, lo es también de la vocación literaria de Vargas Llosa, como este ha recordado asiduamente. La figura del tío Lucho Llosa (esa figura que en cierto modo se contrapone a la del padre) facilita una primera clave de la dimensión hiperbólica que adquiere nuestra ciudad en las páginas de un escritor que apenas vivió dos años en ella. Se trata de la nostalgia, dolencia del ánimo en que algunos han querido ver una seña de identidad peruana, desde el mismo Inca Garcilaso.
Vargas Llosa es consciente de la falta de objetividad de los recuerdos, sobre la que ha reflexionado no poco en obras como “La señorita de Tacna”, que tanto debe a su historia familiar. El escritor constata en diversas ocasiones la decepción del reencuentro (“nostalgia” significa “dolor del regreso”): unas veces, la Piura recordada va desapareciendo ante la invasión de una mal asimilada modernidad, pero otras es uno mismo el que ha cambiado en la manera de apreciarla, como cuando se desvanece el misterio de la “Casa Verde”. La constatación de que “vivir es ver volver”, como escribió Azorín, abre al recuerdo la posibilidad de adquirir, gracias a la literatura, una garantía de duración, de estabilidad y de belleza ante un mundo que inevitablemente cambia.
Escribió Rilke que la infancia es la verdadera patria del hombre. Por su parte, Ana María Matute (el algo desapercibido premio Cervantes 2010) ha declarado que un niño no es alguien destinado a convertirse en hombre, sino que más bien este es lo que queda del niño. La brújula de Vargas Llosa apunta al norte del Perú porque la felicidad de aquellos tiempos luminosos se impone a su recuerdo de la infancia limeña.
Vargas Llosa, ya escritor activo y lejos de su país, se lleva éste consigo, y Piura de un modo particular. No sólo transforma en universal nuestra ciudad, sino que descubre en otros lugares inesperados fragmentos de Piura: en las páginas de Víctor Hugo reconocerá la Mangachería piurana, o en las de Maupassant la “Casa Verde”. Acertadamente, Víctor Palacios apostilla estos recuerdos vargasllosianos con la reflexión de Wilde: la vida imita al arte, pues gracias a él adquiere un carácter más real y persuasivo.
La tercera parte del libro estudia directamente la apropiación que el mundo artístico de Vargas Llosa ha hecho de la realidad piurana, más allá de lo autobiográfico: sus diversos escenarios, sus personajes, sus costumbres… Resultan especialmente apreciables estos fragmentos si tenemos presente el rechazo de Vargas Llosa al costumbrismo, el regionalismo o el criollismo (por no hablar del indigenismo): para él, los personajes son siempre individuos y nunca “tipos” o nociones telúricas como la tierra y el paisaje. No describe minuciosamente escenas pintorescas, ni tampoco multiplica en sus diálogos los localismos que, a cambio de proporcionarnos un rico vocabulario local, pueden entorpecer la comprensión del lector forastero (que es el mayoritario).
En definitiva, al novelista no le interesa convertir su obra en un “documento” (aunque se documenta exhaustivamente al preparar cualquiera de sus novelas) como los que proliferaron durante dos siglos reivindicándose como única vía aceptable para la literatura hispanoamericana. Sin embargo, nadie le podrá negar a las voces narrativas empleadas por Vargas Llosa el cariño y la fascinación por esa Piura preindustrial de la primera mitad del siglo XX, hoy perdida pero cuyo rastro aún se resiste a desaparecer (queda mucha gestión de patrimonio por delante).
En conclusión: en el libro que aquí presentamos se nos ofrece una ración concentrada de la pasión piurana de Vargas Llosa, diluida a lo largo de una obra vasta y que todavía puede dilatarse. Se dice que la novela que ahora mismo prepara nuestro Nobel estará ambientada nuevamente en Piura: más que considerar que Víctor Palacios tendrá que ampliar su ensayo en una futura edición, estoy convencido de que su lectura nos resultará muy ilustrativa para entender esa próxima novela, o para visitar una vez más las narraciones del más importante de los novelistas peruanos.
Facultad de Humanidades.
Universidad de Piura.
Artículo publicado en el suplemento Semana del diario El Tiempo, el domingo 19 de 2012.