Por Carlos Ruesta Requena

Por Julio Talledo. 12 marzo, 2012.

El hígado es el órgano solido más grande del cuerpo, pesa aproximadamente entre 1  y 1,5 kg Cumple varias funciones: producción, almacenamiento y  degradación de diversas sustancias importantes en las funciones diarias del organismo. Fabrica la albúmina, proteína principal del plasma, y sustancias importantes para la coagulación sanguínea.

El hígado cumple un rol importante  en la formación del colesterol y su depósito en las arterias. Produce y almacena  glucosa (azúcar) que es utilizada -sobre todo- en periodos largos de ayuno. Almacena importantes minerales como el hierro y el cobre; y vitaminas como la B12, A, K y D. Tiene la función de producir la bilis, sin la cual las grasas no podrían digerirse. También cumple un rol muy importante en la transformación de productos de desecho como el amonio; de sustancias toxicas como el alcohol; medicamentos y hormonas que ya cumplieron su función, en sustancias menos dañinas y fáciles de eliminar por la orina y/o por la bilis.

Un órgano muy noble
Como vemos, es un órgano que soporta todo lo que ingerimos y cuida que no se dañen otros órganos de nuestro organismo. Cualquier afección al hígado, repercute en todos los órganos. Además tiene algo que lo hace único, puede regenerarse. Pero si el daño es muy grave o si es prolongado, el hígado no tiene tiempo para repararse y sobrevienen los problemas. Uno de los más graves es la cirrosis, enfermedad que destruye la arquitectura de las células hepáticas con la consecuente pérdida de las funciones del hígado.

Las enfermedades del hígado se suscitan, por ejemplo, por consumo exagerado en cantidad y en tiempo de sustancias toxicas como el alcohol (primera causa de cirrosis hepática en el Perú), enfermedades como la diabetes mellitus, la hipercolesterolemia e infecciones principalmente por virus de hepatitis A, B y C.

La infección por virus de hepatitis es la segunda causa de cirrosis hepática en el Perú, y en algunos países es la primera causa. De ellas la más común es la hepatitis A. Se ve con mayor frecuencia en niños y se transmite por vía fecal – oral  es decir a través de la boca al ingerir alimentos contaminados con saliva o con heces de personas que tienes la enfermedad o que son portadores sanos.

Síntomas
La presentación más común inicia con malestar general, dolor de cabeza, falta de apetito, como si fuera un resfriado común, luego de algunos días se agrega fiebre, el clásico color amarillento de la piel, la orina oscura como coca cola, y el dolor abdominal que obliga a la persona a guardar cama, aunque muchas veces tenga pocos síntomas.

La hepatitis  A es, en la mayoría de casos, benigna, y solo requiere una visita al médico para el control de los síntomas. La recuperación del hígado suele ser absoluta y la persona no tiene ningún inconveniente de salud.

Infección por hepatitis B
Suele ser de mayor consideración. Se transmite por transfusiones sanguíneas o por estar expuesto a agujas o material quirúrgico contaminado con sangre de un enfermo; de madre a hijo por la placenta;  y por vía sexual. Los síntomas son más severos y suele durar más tiempo. Existe mayor riesgo de desarrollar hepatitis crónica con este virus que con hepatitis A; es decir, que hay el riesgo de que el virus se quede de manera indefinida en nuestro cuerpo. Si esto llegase a suceder la posibilidad de desarrollar cirrosis hepática y cáncer de hígado es alta. El tratamiento es largo, costoso y no siempre garantiza la cura del paciente.

La infección por hepatitis C
Se transmite por transfusiones sanguíneas o por estar expuesto a agujas o material quirúrgico contaminado. No se ha demostrado que este virus se transmita por vía sexual. Esta infección es muy frecuente en países donde abundan los adictos a drogas por vía parenteral (por jeringas). Los síntomas son parecidos a los de la hepatitis B, pero de menos intensidad. La posibilidad de que se transforme en crónica es mucho más alta que la B. Igualmente las complicaciones más severas son la cirrosis hepática y el cáncer de hígado. El tratamiento no siempre garantiza la cura del paciente.

Como vemos, los síntomas de la hepatitis son muy parecidos. Si usted  presenta alguno de ellos debe acudir al médico lo antes posible. Es prudente realizar las pruebas serológicas necesarias para poder distinguir el  tipo de hepatitis que padece.

La prevención es la la mejor arma
La mejor forma de evitar el contagio y mantener el virus alejado, es a través de la vacunación temprana y las medidas de higiene, como el lavado de manos, el consumo de agua hervida, y de alimentos cocidos. Otras medidas, evitar los tatuajes, no compartir objetos punzocortantes (agujar, cortaúñas, etc.), no tener contacto sexual con personas de riesgo (poligamia, prostitución, etc.).

Recuerde: con la hepatitis, también, lo más importante es la prevención. Hay que tener una dieta saludable, medidas de higiene, evitar exponerse al virus  y la vacunación temprana. El tratamiento no siempre garantiza la cura. El hígado es un órgano que se regenera, pero si no lo cuidamos terminara enfermándose y eso repercute en todos los órganos del cuerpo.

Médico.

Policlínico Universitario.

Universidad de Piura.

Artículo publicado en el suplemento SEMANA, diario El Tiempo, domingo 11 de marzo de 2012.

 

 

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