La Defensoría del Pueblo, junto a la Casa Museo Grau, ha lanzado recientemente la Cruzada de Valores: ¡Miguel Grau persona honesta ¡ (…) ¿Y Tú?, para fortalecer los valores ciudadanos en los niños, niñas y adolescentes de la Región Piura, a través del trabajo articulado y activo con otras entidades del Estado e instituciones de […]
Por Rosa Zeta de Pozo. 14 mayo, 2015.La Defensoría del Pueblo, junto a la Casa Museo Grau, ha lanzado recientemente la Cruzada de Valores: ¡Miguel Grau persona honesta ¡ (…) ¿Y Tú?, para fortalecer los valores ciudadanos en los niños, niñas y adolescentes de la Región Piura, a través del trabajo articulado y activo con otras entidades del Estado e instituciones de la sociedad civil de la región. En la campaña se resalta la figura de Miguel Grau Seminario, como una persona honesta.
La campaña ¡Miguel Grau persona honesta ¡ (…) ¿Y Tú? tendrá cuatro momentos: 1. Constituir una Red de entidades e instituciones de la región Piura comprometidas con la promoción de valores ciudadanos.2.Articular esfuerzos conjuntos dirigidos a promocionar una cultura de valores, 3. cohesionar las múltiples iniciativas interinstitucionales bajo el ejemplo de Miguel Grau Seminario, quien con su coherencia de vida, vincula los compromisos personales e institucionales por una sociedad basada en valores, 4. Lograr la sostenibilidad de este proyecto en el tiempo, propiciando que las instituciones (públicas o privadas) y la sociedad civil lideren este trabajo de manera alterna y de forma anual.
La iniciativa es loable, y denota una preocupación de la sociedad piurana –representada por diversas instituciones – por trabajar conjuntamente para que los niños y jóvenes piuranos fortalezcan sus valores ciudadanos, teniendo a Miguel Grau como el paradigma del ciudadano que el Perú necesita.
El Caballero de los Mares es un magnífico referente. Todos estamos orgullosos de su actitud heroica en defensa del Perú. En esa línea, es importante recordar que el acto heroico del 8 de octubre fue el culmen de esa personalidad fuerte, forjada en la lucha diaria, en las virtudes vividas con naturalidad desde su infancia y en ese vehemente deseo de servir a la Patria, que ha trascendido hasta nosotros.
Desde esa perspectiva, señalamos que los valores no se imponen ni se improvisan, sino que exigen educación, experiencia, cultivo, apoyo, y compromiso para que se consoliden en las personas y se sustenten en la sociedad. Entonces, la campaña requerirá que cada una de las instituciones comprometidas no se limite a señalar los valores que deben fortalecer los niños y jóvenes, sino que los vivamos y experimentemos en la actuación diaria en nuestras respectivas instituciones.
¿Somos personas honestas?
Quizá todos respondamos que sí; sin dudarlo. Pero si revisamos su significado, la respuesta no sería tan rotunda. La honestidad constituye una cualidad humana que tiene una estrecha relación con los principios de verdad y justicia y con la integridad moral. La honestidad es el fin de los actos humanos y de la conducta moral de la persona y de la comunidad humana.
La honestidad está relacionada con la ética, como actitud de vida, que nos permite apostar personalmente por la excelencia humana, optar libremente por el bien, y la verdad, para lograr el bienestar de la sociedad. La persona tiene la obligación de ser ética, de reconocer que sólo, como afirmaba Sócrates, cuando elige ser honesta y buena, puede conseguir lo que representa su verdadero beneficio.
En palabras sencillas, diremos que las personas honestas tratan de cumplir siempre su deber de la manera más idónea y en el momento más oportuno, en los distintos roles – padres, autoridades, profesionales, amigos etc. – que desempeñemos en la sociedad, a pesar de las dificultades.
¿Quiénes podemos educar?
La familia es la primera y la más importante fuente para la educación en valores, con la naturalidad de vida y el cariño de los primeros años, y el conocimiento del qué, el por qué y el para qué de cada uno de los valores (criterio ético) y su encarnación en virtudes personales en la adolescencia y juventud. Si nos inculcan el valor de la justicia, vemos que nuestros padres son justos en sus acciones, luego intentaremos ser justos en cada una de nuestras acciones humanas y aunque haya batalla interior, su práctica habitual hará que finalmente tratemos de ser justos y que nos cueste cometer injusticias, pues, con ella dañamos a otros y devaluamos nuestra personalidad; y, además, exigiremos justicia.
Junto con el ejemplo de los padres, está el de los profesores, los jefes, nuestros colegas, y de todas las personas con autoridad que conocemos y nos rodean.
Todos podemos enseñar valores con una actuación coherente de vida, acorde con lo que pensamos y decimos ser: si defendemos a la familia, no aboguemos por el aborto ni neguemos la paternidad a los hijos. Con una unidad de vida, con semejante jerarquía de valores en la vida personal y de familia, como en la vida pública. Con una actuación libre y voluntaria sustentada en principios y convicciones y no en conveniencias o intereses personales o particulares; y seguro que cometeremos errores y equivocaciones, pero nuestra conciencia formada, nos permitirá reconocerlos y enmendar, sin excusarlos y menos delegarlos.
La calidad humana de Grau
La promoción de los valores necesita también de una visión antropológica de la persona humana –con una naturaleza existencial y espiritual–, que nos lleva a respetar la dignidad de cada una de las personas y a no considerarlas como medios o instrumentos que nos sirven para obtener beneficios, favores, utilidades. Esta visión se refleja en la calidad humana de Grau, en su generosidad que trasciende hasta el enemigo en situación de guerra. Tal vez nunca nos encontremos en la situación de dar la vida (física) por nuestra patria, pero creo que no hemos hecho los suficientes esfuerzos para asimilar todas aquellas virtudes de su calidad humana en nuestras vidas personales para servir al Perú.
Las anteriores, son solo algunas ideas para iniciar esta formación ética en todos los niveles: en el hogar, las escuelas, las universidades, las empresas, las organizaciones, los partidos políticos, la gestión pública etc. Los niños y jóvenes deben experimentar la satisfacción de hacer las cosas bien y estar convencidos de que la elección libre del camino correcto –ética, no derecho– nos beneficiará como personas y nos permitirá ir orientando la brújula de la sociedad hacia el bien, como finalidad humana.
Pintémonos la cara, color esperanza, como dice la canción de Diego Torres, y ¡apostemos ya por ese cultivo de valores en la sociedad piurana!