Para la mayoría de nosotros, el Cine y la Filosofía son materias totalmente distintas. A simple vista, no hallaríamos una forma de relacionarlas. Sin embargo, las obras de cine y las literarias tienen un fondo, transmiten un mensaje; y la retórica y la dialéctica –métodos de la Filosofía– son usadas por el director de cine […]
Por Luis Eguiguren. 22 mayo, 2012.Para la mayoría de nosotros, el Cine y la Filosofía son materias totalmente distintas. A simple vista, no hallaríamos una forma de relacionarlas. Sin embargo, las obras de cine y las literarias tienen un fondo, transmiten un mensaje; y la retórica y la dialéctica –métodos de la Filosofía– son usadas por el director de cine para emitir ese contenido, buscando admirar al espectador.
La retórica y la dialéctica fueron cultivadas y enseñadas, por primera vez, por los sofistas griegos, hacia el siglo V a. C. La primera, es el arte de atraer al público para que se adhiera al discurso que el artífice ha gestado para maravillar a los espectadores y despertar en ellos gratos sentimientos —catárticos— a través de los efectos visuales y auditivos. La adhesión del público se produce cuando se admira la obra cinematográfica; y esta admiración lleva al disfrute y a darle fama a la obra, ante amigos y conocidos.
El buen director de cine sabe despertar y mantener vivos los sentimientos asociados a la risa en la comedia; a la pena, en la tragedia; a la satisfacción, con las escenas de violencia en las películas de acción; por ejemplo. Hay, entonces, un mensaje en cada película que es asimilado por el espectador, en un cierto grado; aún por quien dice ‘solo veo películas para divertirme; el mensaje no me afecta para nada, no me importa’.
Si nos extasiamos por una película es inevitable asimilar su contenido. Lo contrario sería considerarse superhombres libres de toda influencia de los demás, que no queramos asumir. No es posible aprehender solo la forma de una obra y no el fondo. Como es imposible que haya un cuerpo redondo, que sea de algún material determinado.
Para realizar algunas de estas reflexiones en torno a la relación que hay entre el Séptimo arte y la Filosofía, numerosos estudiantes se reunieron el 11 y 12 de mayo en el “XII Coloquio de Filosofía en la Universidad de Piura: Cine y Filosofía”, organizado por la Facultad de humanidades. Participaron, como expositores: la profesora Genara Castillo Córdova, con el análisis de la película “Orgullo y Prejuicio” (2005); el profesor Alejandro Machacuay con el análisis de “El color del paraíso” (1999); y quien escribe, con el análisis de “Avatar” (2009).
Estos coloquios se iniciaron y desarrollaron con el impulso entusiasta de la doctora Luz González Umeres. El de este año, ha contado también con el apoyo de la Dra. Gonzales; y, además, fue promovido por la Dra. María Pía Chirinos Montalbetti, directora del Departamento de Humanidades de la UDEP.
Desde los inicios de los coloquios de Filosofía, he apreciado mucho el afán de mis jóvenes alumnos —hoy ya egresados, que se inician en la docencia de la Filosofía fundamental —para que estos coloquios se hicieran una maravillosa realidad. Ellos obtuvieron el grado de Bachiller en Artes Liberales, con mención en Filosofía; paralelamente, estudiaban para obtener alguna de las Licenciaturas que ofrece la UDEP, especialmente, en Derecho y Comunicación, hasta el momento.
He participado en esta edición del Coloquio, animado por la novel profesora Cynthia Llauce Ontaneda, la organizadora; una de mis destacadas alumnas, que esta vez también ha ganado un ‘sobresaliente’ en la labor cumplida.
El análisis de Avatar empezó enfocando la obra de Cameron. Entre Titanic (1997) y Avatar (2009), Cameron elaboró documentales y una serie de TV. Mostré cómo sus documentales: “El Éxodo decodificado” y “La tumba perdida de Cristo” podrían ser precedentes del fondo de Avatar, en cuanto desconstruccionismos del judeocristianismo occidental, frente al espiritualismo filo-hinduista de Avatar. Finalmente expuse la metempsicosis (Jake: humano-n’avi) y el panenteísmo (Eywa y la red neural de Pandora) sugestivamente simbolizados en Avatar. Un tema que, sin duda, aún se puede desarrollar con mucha mayor amplitud, desde perspectivas y disciplinas diferentes.
Facultad de Humanidades.
Universidad de Piura.
Artículo publicado en el diario El Tiempo, 16 de mayo de 2012.