De regreso al trabajo y revisando los pendientes, me pregunté por dónde comenzar. Había muchos asuntos y todos parecían prioritarios.
Por César Cáceres. 04 enero, 2018.Así que, luego de dar una ronda por las oficinas cercanas, conversé con una compañera de trabajo y ella me animó a escribir una reflexión sobre las claves que, desde mi punto de vista, son recomendables para que un directivo alcance las metas de este año que comenzamos. El resultado es lo que leerán a continuación: tiene relación con mi problema de las prioridades, ya verán.
Clave 1: Ocuparse de lo importante.
Esta clave tiene dos partes: “ocuparse” y “lo importante”.
Ocuparse supone poner en práctica la capacidad ejecutiva: pensar es muy bueno, pero también hay que hacer. Es cierto que cada vez los directivos somos más autónomos gracias a la tecnología, pero eso no quita que aún sea necesario aumentar nuestra capacidad de decisión para la acción. Ojo: no vale la pena preocuparse, hay que ocuparse.
En cuanto a “lo importante”, hay que tener mentalidad estratégica, saber pensar bien. Y para esto es bueno listar las metas del 2018 y darles un orden de prioridad. Luego, conseguir los recursos para concretarlas. Importante: el esfuerzo que pongamos en la búsqueda de estos recursos y en el proceso de lograr las metas deberán estar en función de la verdadera prioridad.
Clave 2: La clave 1 me lleva a la 2: identificar la verdadera prioridad.
Esto trae consigo algunas preguntas: ¿Quién sabe más que uno mismo sobre sus prioridades? ¿Se necesita de los demás para lograr las metas? Empiezo a responder: el peor consejero de un directivo es uno mismo. Necesitamos ayuda. Y la mejor ayuda vendrá del consejo de alguien que nos conozca bien: dos cabezas piensan mejor que una.
Clave 3: Saber escuchar
Dicen que el mejor comunicador es aquel que escucha el doble de lo que habla. Por eso, tenemos dos oídos y una boca. Escuchar bien es virtuoso y, como tal, supone un esfuerzo. Como no es tarea fácil, hay que ejercitarse, prestando atención a los detalles. Aquí cae muy bien el dicho “cuando el río suena, es porque piedras trae”: si no prestamos atención al ruido del río, podríamos terminar apedreados.
Clave 4: Ser dóciles, a fin de que lo que escuchemos rinda frutos.
No es fácil: en la sangre de un directivo, lo que menos hay es docilidad. Personalmente, me sucede que confundo la capacidad para atreverme a tomar decisiones difíciles con un sentimiento de autosuficiencia.
Clave 5: Manos a la obra.
Algunas veces, mi esposa me dice: “¿Has escuchado lo que has dicho? Ponlo en práctica”. Así que gracias por leerme; me voy a poner en práctica lo que he escrito.
(Artículo de César Cáceres Dagnino, director del Centro de Familias Empresarias y Empresas Familiares de la UDEP).