Por Carlos Arrizabalaga Lizarraga.
Por Julio Talledo. 02 mayo, 2011.Lo dice un enigmático personaje en el entrañable relato póstumo de Abraham Valdelomar. Este significado estativo del antiguo verbo posesivo, que en España se restringe al habla rústica, es en América muy general y en el Perú abraza con toda normalidad el habla culta, sobre todo en plural porque en singular: “No hay Mario”, no tanto.
“En una oración como “habíamos treinta personas en la sala”, -dice Martha Hildebrandt- habíamos tiene sin duda la ventaja de expresar claramente que el hablante está incluido entre las treinta personas de la aseveración. La forma impersonal propugnada como correcta: “había treinta personas en la sala”, en cambio, no proporciona esa información. Por ello “resulta irremplazable para muchos peruanos a pesar de su exclusión de la lengua general”.
La norma académica rechaza de cualquier modo la pluralización de “haber” y su uso estativo, aunque podría darse su definitiva instalación en el español peruano general, también si se reduce la presión de otras normas con la progresiva autonomía de la norma peruana respecto a la madrileña, o la bogotana o la bonaerense, que se muestran reacias. Conforme el país siga en un camino de prosperidad y desarrollo, su propia norma lingüística adquirirá también una mayor consideración de sí misma. Hay que recordar aquí lo que decía Ángel Rosenblat en 1967: “No hay más remedio que admitir que el habla culta de Bogotá, de Lima, de Buenos Aires o de México es tan aceptable como la de Madrid. La realidad lingüística postula, para la lengua hablada culta, una pluralidad de normas”.
El Diccionario Panhispánico de Dudas (2005) expresa sin embargo un dictamen rotundo y negativo. No toma en cuenta los estudios sobre el español americano. En los materiales recogidos en Lima por Rocío Caravedo (1989) para el estudio coordinado del habla culta, George de Mello (1991) encontró 62 casos de haber impersonal en singular frente a 42 casos en que se pluraliza el verbo (casos como: “Habíamos un grupo de todos los viernes en la tarde”), lo que da un porcentaje de 40% para la pluralización sólo superado por Venezuela (55%) y Bolivia (50%).
El proceso está en plena expansión y en el rechazo académico algunos han visto una muestra de cierto unilateralismo centralista favorable a que sea el español peninsular el que logre el estatuto de “lengua internacional” como estándar unificado en contra de otras normas, como la rioplatense, que por su parte tiene gran interés por afirmarse en el gran mercado brasileño. Hay pluralidad de normas, pero hay unas con más defensores que otras.
Lo cierto que aquí la normativa no atiende al uso real al ceñirse solamente a unos pocos escritores considerados “legítimas autoridades de la norma” con una circularidad manifiesta. Y se apoya entre otros, en un ejemplo de Mario Vargas Llosa: “Había unos muchachos correteando”, sacado de La tía Julia y el escribidor (1977), que por cierto se publicó en Barcelona antes que en Lima. Querían de alguna manera responder a los ejemplos de pluralización peruanos: «Hubieron muchos factores»; «habían dos niñas» (sacados de Expreso y Caretas). La profesora Doris Moscol ha encontrado muchos más. Otro gallo cantara si hubieran acudido a otros autores. En el cuento “Tristes querellas en la vieja quinta” (1977), incluido en La palabra del mudo, Julio Ramón Ribeyro dice: “Y ya que en la quinta habían ratones, lo indicado era un gato”.
Así se mantiene en la antología que preparó el mismo Milla Batres en 1980 y en la colección de relatos editada tres años después en Barcelona. Sin embargo, en la edición revisada de “Cuentos completos” de Alfaguara y en la que preparó Campodónico se corrige: “había ratones” (1994), y así en todas las ediciones posteriores. El escritor había fallecido recién y sabemos que puso su mayor esfuerzo en corregir la forma final de sus cuentos. Pero no hay duda de que Ribeyro usaba normalmente el plural, porque en su diario personal anota: “En nuestra playa habían de pronto dos o tres niños que tenían un balde de plástico igual”.
Ciro Alegría escribe “habían precipicios” en su relato Siempre hay caminos, pero la edición argentina corrige: “había precipicios” y así salió luego el cuento en la edición madrileña. Hay que ponerse a pensar qué tanto confunden los editores y los correctores de textos el juicio de los académicos, puesto que el criterio normativo siempre se basa en el uso de la gente educada, como decía Bello, pero a veces resulta que ese uso literario no es como suponen. Incluso puede ser sistemáticamente ocultado o disfrazado por la puntillosidad de los correctores, sobre todo cuando publican en Buenos Aires o en España…, y así el dictamen académico y el criterio de los correctores quedan anquilosados alimentándose mutuamente, en un círculo vicioso.
Los errores gramaticales producen alarma y realmente afectan a la estructura más fundamental del idioma, pero son también una fuente importante de cambio y renovación de las lenguas. La pluralización de haber se está convirtiendo en norma de una forma arrolladora en el Perú y otros países, y los escritores lo están poniendo de manifiesto pese a que los editores no siempre lo consientan. ¿Logrará imponerse? El juego tiene como escenario de fondo, en definitiva, la pluralidad del castellano y la consolidación de la norma nacional.
* Linguista. Docente. Facultad de Humanidades. Artículo publicado en el diario El tiempo, 17 de marzo de 2011.