Es cierto que no queda mucho para las elecciones de 2021, por eso la tarea del gobierno deberá concentrarse, principalmente, en reorientar el rumbo del país, manteniendo la gobernabilidad y estabilidad política.
Por Carlos Hakansson. 28 mayo, 2018.
Fuente: El País
La reciente cumbre de las américas realizada en nuestra capital, a pesar de notables ausencias y emergencias de último minuto, fue una oportunidad de exposición internacional de nuestro Presidente de la República y su gobierno ante los líderes políticos de la región; muy oportuna para finalizar un duro capítulo de nuestra todavía joven continuidad constitucional. La cumbre marca el reinicio de un ejecutivo renovado íntegramente; a partir de ahora, solamente queda esperar el fin del llamado “periodo de gracia” que las fuerzas de oposición tienen la costumbre de brindar al gobierno en sus primeros días de trabajo.
Es acertado decir que, en estricto, no se trata de un nuevo gobierno, pero la coyuntura política y los hechos ocurridos que propiciaron la renuncia presidencial, marcaron su reinicio inaugurando nuevos estilos de dirección gubernamental para corregir errores y lograr inyectar confianza a los agentes económicos. Es cierto que no queda mucho para las elecciones de 2021, por eso la tarea del gobierno deberá concentrarse, principalmente, en reorientar el rumbo del país, manteniendo la gobernabilidad y estabilidad política.
La necesidad de saber escoger un punto de apoyo y mover el mundo, se convierte más en una clase de política que pura física; uno de ellos a tener en cuenta podría ser la posibilidad de empezar articular unas políticas económicas para impulsar el llamado capitalismo popular de la pequeña y mediana empresa, en aras de lograr su futura y progresiva formalización. El capítulo de la sucesión presidencial ha culminado y no puede llegar al 2021 con ese rotulo, por eso debe saber escoger las batallas que desee emprender con éxito.
