Por Eliana Gonzales Cruz.
Por Julio Talledo. 02 mayo, 2011.Para no salirme del ambiente que estamos viviendo estos días, pasaré a explicar uno de los aspectos más significativos dentro de la lexicología, tomando como referencia las palabras que circulan cada vez que pasamos por una etapa como esta: “elección”, “elector”, “electorado”, “electorero”, “electoral”, entre otras. ¿Qué tienen en común? Para empezar, el mismo elemento base elec- al que se le ha añadido un elemento derivativo llamado sufijo; así pues, son palabras que se han formado por sufijación y todas constituyen una familia léxica.Una familia léxica es un grupo de palabras que comparten un mismo lexema, raíz o base léxica que nos ofrece el significado, pero con diferentes componentes derivativos (sufijos o prefijos): “elec-ción”, “anti-elec-tor-al”, “re-elec-ción”, etc.
Sufijación y prefijación son dos de los recursos más rentables de creación de nuevas palabras y, como claramente podemos demostrarlo, ha tenido una gran vitalidad a lo largo de toda la historia de nuestra lengua. El hablante -valiéndose de un conjunto limitado de posibilidades combinatorias- produce un indeterminado número de palabras con un gran poder de significación. Además de esto, cabe precisar que cada vez que usamos un prefijo o un sufijo no solo reforzamos este campo formativo, sino que también abrimos un nuevo territorio para usos futuros y sentamos precedente para otros hablantes; por eso, decimos que ambos son muy importantes porque actúan como mecanismos actualizadores y estabilizadores de la lengua de una determinada comunidad.
Hemos dicho que el hablante se vale de un conjunto limitado de posibilidades combinatorias porque nuestro sistema lingüístico cuenta con un número de prefijos y sufijos heredados principalmente del latín y del griego. De los dos procedimientos, la sufijación es la que más interés ha despertado en mí y la que más se presta en estos momentos “electorales”.
Para empezar, cabe aclarar que todo sufijo indica la categoría gramatical a la que pasa a pertenecer la palabra creada; así, tengo sustantivos (elección, electorado), adjetivos (electoral, electorero), adverbios (electoreramente). Además, todo sufijo posee un valor específico, por ejemplo, el sufijo -ivo indica ‘disposición para recibir lo significado por la base‘; así, cuando decimos que algo es “electivo” nos estamos refiriendo a que se ‘da o se hace por elección‘. El sufijo -tor en “elector” indica ‘agente‘, en este caso un “elector” es el ‘que elige o tiene potestad o derecho de elegir‘.
Los llamados sufijos apreciativos (diminutivos, aumentativos y despectivos) son fácilmente reconocibles por el hablante (perr-ito, perr-ote, perr-uno). Esto raramente ocurre con los sufijos no apreciativos porque están más integrados, lo que a veces dificulta la distinción entre base y sufijo; así, para un hablante, por ejemplo, puede resultar difícil reconocer los sufijos (-tor y -ado) en el sustantivo “electorado”. Aquí encontramos dos sufijos acumulados y es que en español hay una tendencia a formar cadenas sufijales: “elec -tor -al -ista” cuyo significado es ‘con claros fines de propaganda electoral‘.
Me imagino que le suenan mucho las palabras elector, elección, electorado, electoral, electo, pero, ¿qué ocurre con eleccionar, eleccionante, electorizar y electoso? ¿Por qué se opta por uno u otro sufijo? ¿Por qué decimos “elegir” y no “eleccionar” si ambos me indican acción? ¿Por qué “electorero” y no “electoso” en “comportamiento electorero” o “comportamiento electoso”? Pues porque, simple y llanamente, la “elección” de un determinado sufijo en el procedimiento derivativo suele estar regida por el gusto del hablante y por la intención con la que va a usar el sufijo considerando que existe una especialización o una gradación expresiva entre ellos; además, es importante resaltar que desde los primeros tiempos de la lengua castellana, la elección ha permitido al hablante hacer efectivas las distintas posibilidades que le ofrece su sistema lingüístico.
Para ir terminado esta breve exposición, cabe decir que sin duda alguna, este hecho de elegir uno u otro sufijo permite reforzar la idea de que el léxico de una lengua nunca está fijado, siempre está condicionado también por las circunstancias, las relaciones sociales, los oficios y profesiones, la ciencia y la tecnología. Curiosamente, las mismas condiciones que nos harán decidir por uno u otro candidato el próximo domingo.
* Docente. Facultad de Humanidades. Universidad de Piura. Artículo publicado por el diario Correo, edición región Piura, domingo 3 de abril de 2011.