En Piura hay talento. Se necesita ponerlo en escena para reavivar una ciudad que no tiene una política cultural dirigida a crear convivencia ciudadana y promover la belleza y la creatividad.
Por Victor Velezmoro. 29 enero, 2020.Hago una simple búsqueda en internet, tecleo “Gran Teatro Nacional” (GTN) y miro sorprendido la pantalla de la computadora: seis presentaciones para las dos primeras semanas de febrero; tres auspiciadas por instituciones culturales; un festival al aire libre, una retransmisión gratuita, una presentación de la sinfónica nacional. ¡Dos semanas, seis actividades!
Detrás, hay una eficiente gestión cultural. Recordemos: el escenario, las luces y las butacas solo serán útiles si se logra atraer al ciudadano. La clave está en programar actividades propias, de otras instituciones y conocer los gustos de la población.
Mauricio Salas, director del GTN, en una entrevista en un medio nacional, en julio del 2019, dijo: “Si bien las condiciones técnicas del teatro y su infraestructura están creadas para el fomento de las artes escénicas, ha habido un trabajo sostenido en buscar la diversidad, la integración de las artes”. Valioso comentario porque muestra una nueva actitud: ver las infraestructuras culturales como “espacios múltiples” para difundir cultura. Eso es plantear una renovada política cultural.
Regresemos a nuestra ciudad. Las dos principales infraestructuras, el Teatro Municipal y el Teatro Manuel Vegas Castillo, están cerradas. Uno, por riesgo de colapso desde noviembre de 2015; el otro, por los costos de su mantenimiento. En ambos casos, las instituciones a cargo no han cejado en su empeño por restaurarlos, aunque con resultados esquivos.
La pregunta es: ¿para cuándo? No lo sabemos. Sin embargo, necesitamos esos espacios para revitalizar la vida cultural de la ciudad. Piura cuenta con varios grupos de folclor, danza, teatro y música. Muchos con décadas de experiencia, algunos reconocidos dentro y fuera de la región, casi todos promovidos como asociaciones culturales; todos subsisten con pequeñas producciones o talleres dirigidos a niños y jóvenes.
En Piura hay talento. Se necesita ponerlo en escena para reavivar una ciudad que no tiene una política cultural dirigida a crear convivencia ciudadana y promover la belleza y la creatividad. Tal vez, la salida no sea la inversión pública, sino otros modelos: acuerdos público-privado o cesión temporal del usufructo. Algo está claro: debemos superar la inacción.