El retorno simbólico de Fernando Túpac Amaru al Perú nos invita a reflexionar sobre la memoria histórica, la identidad colectiva y el valor cultural de revivir figuras olvidadas de nuestra lucha por la independencia.
Por Pedro Falcón. 10 abril, 2025. Publicado en Diario Correo el 1 de abril de 2025.La historia cuenta que, tras presenciar la ejecución de sus padres, el niño Fernando Túpac Amaru Bastidas, hijo menor de los próceres de la independencia Túpac Amaru II y Micaela Bastidas, fue víctima de diversos actos de violencia física y psicológica de parte del gobierno español de la época, los cuales concluyeron en su destierro, encarcelamiento y temprana muerte en España. Con el paso del tiempo, su cuerpo se ha perdido. Sin embargo, investigaciones españolas identificaron el lugar de su descanso final, situado en las catacumbas de la parroquia de San Sebastián en Madrid.
En estos días, medios de comunicación nacionales e internacionales han cubierto la noticia del retorno simbólico, tras más de dos siglos, de Fernando Túpac Amaru de España al Perú. Este suceso, según las autoridades cuzqueñas, representa un momento histórico de recuerdo y reivindicación de un período fundamental en nuestro pasado independentista.
Antonio Monegal, en su libro “Como el aire que respiramos. El sentido de la cultura” nos invita a reflexionar sobre la memoria cultural señalando que esta se erige sobre diversos procesos de memoralización (monumentos, ritos, personajes, etc.), los cuales son elementos necesarios para entender cómo la sociedad se constituye y reconoce como tal, basada en un pasado común que cimienta el sentido de identidad individual y colectiva.
Es por ello que el traslado de las cenizas del hijo menor de Túpac Amaru II hacia la ciudad del Cuzco está cargado de una impronta simbólica particular que debe invitarnos a mirar al pasado, pero a la luz del presente, reflexionando sobre el rol de la memoria en la construcción de procesos de cohesión y consenso social.