02

May

2011

Las elecciones y las propuestas económicas

Por José Ricardo Stok Capella.

Por Julio Talledo. 02 mayo, 2011.

He revisado algunos planes de gobierno y, sobre todo, he escuchado las diversas presentaciones que se han hecho por TV. Está claro que hay mensajes para el gran público y otros para “minorías decisorias” y me parece que no siempre coinciden… Y, lo que es peor, es que no siempre hay coherencia.

Puedo concluir que casi todos (me refiero a los que llevan los cinco primeros puestos) tienen una visión coincidente, en líneas generales, con el modelo económico vigente. Esto es ya una tranquilidad para el futuro del país. Sobre los grandes planes, todos están de acuerdo en reducir la pobreza, mejorar la educación, la salud y la cultura; en que haya más y mejor trabajo, en una justicia más “justa”, etc., etc. Incluso han suscrito los Principios de Lima sobre libertad de expresión y transparencia. ¡Qué bien! Si aparentemente hay tantas coincidencias, ¿por cuál elegir?

Apliquemos algunos criterios prácticos para cualquier proceso decisorio. Primero: preocúpese por decidir bien más que por acertar. En efecto, no todas las propuestas son iguales: las diferencias, como suele ocurrir, no están tanto en lo que proponen hacer, sino en cómo hacerlo. Y aquí sí hay unas cuantas diferencias. ¿Qué principios guiarán su actuación? Recordemos que la Constitución, en su artículo 58, establece que “La iniciativa privada es libre. Se ejerce en una economía social de mercado. Bajo este régimen, el Estado orienta el desarrollo del país (…)”. Por lo tanto, dado que en una economía de mercado no se puede regular los precios ni prometer su estabilidad, habría que ir eliminando los planteamientos que están en ese sentido.

A su vez, el artículo 60 señala que “Solo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta”. Si se sigue, como corresponde, este principio de subsidiariedad, unas cuantas propuestas deberían ir a la papelera.

En otro orden de temas, el artículo 2° de la Constitución establece que “El concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece”, por lo cual, el aborto es anticonstitucional. Siga eliminando.

Realmente, la actual Constitución contiene los principios fundamentales y, lo que es más importante, prioriza la persona humana. Ciertamente, también cabe modificarla, pero esto ya es otra cosa. Desde luego, si todos los gobernantes y funcionarios cumplieran la Constitución y las leyes, estaríamos en un paraíso. La realidad nos golpea: no lo estamos.

Nos olvidamos de que los mecanismos, las estructuras, la normatividad, por más buenas que sean no hacen ni resuelven las cosas. Lo que realmente importa es cómo sean las personas que están al frente. Y las personas tienen valores o no los tienen. Los valores y virtudes se ven en la actuación diaria, cotidiana: allí están los verdaderos modelos. Por ejemplo, ¿cómo es esta persona en el ámbito familiar? Y en el profesional, ¿cómo ha actuado? ¿Y en lo social? Ya decía Séneca: “Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos”. Aquí es dónde hay que fijarse.

Hay muchas cosas que van mal; pero lo que va mal no es algo que se detecte en la superficie. Requiere diagnósticos y terapias que vayan al fondo. El nivel donde es preciso actuar no es tanto el de la economía, sino el de la persona.

A los ciudadanos “de a pie”, les diría: no busquen poder, busquen servicio. Los fuegos artificiales son muy gratos, complacientes, pero duran poco, y al final solo se quedará con palitos y cartones chamuscados. Si había tomado una decisión errónea, no persevere en ella; es más práctico reconocer el error y modificar la decisión.

 

 

 
* Catedrático del PAD – Universidad de Piura. Artículo publicado en el diario Gestión, martes 29 de marzo de 2011.

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