En Julio próximo se cumplen cuarenta años de la venida al Perú del ahora santo José María Escrivá de Balaguer fundador del Opus Dei, y que coincide con los cuarenta años de haber egresado de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Piura. Era el año 1974, y ya conocía el Opus Dei desde […]

Por Max Maeda. 18 julio, 2014.

En Julio próximo se cumplen cuarenta años de la venida al Perú del ahora santo José María Escrivá de Balaguer fundador del Opus Dei, y que coincide con los cuarenta años de haber egresado de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Piura.

Era el año 1974, y ya conocía el Opus Dei desde hace  varios años antes, y recibía la formación humana y espiritual, de la cual me sentía muy agradecido, por el bien que todo esto había hecho en mí. Y a inicios de ese año se me invitó para participar en el Congreso Internacional para Universitarios organizado por el ICU y que se realizaría  en la ciudad de Roma.

Dentro de la organización del congreso estaba previsto días libres para conocer Roma y poder visitar a San José María Escrivá porque era el Gran Canciller de la Universidad de Piura. Yo tenía una gran ilusión por conocerlo, y cuando fuimos a la sede central del Opus Dei donde residía para tener una tertulia con él, tuve la suerte de estar en primera fila en una sala pequeña de la casa, junto con la delegación de universitarios ecuatorianos y argentinos. Yo me encontraba muy nervioso y emocionado como todos los demás, cuando ingresó a la sala lo recibimos con un fuerte aplauso. La tertulia se desarrolló a base de preguntas que hacíamos y él nos respondía. Previamente nos advirtieron que no le preguntáramos sobre la situación de la Iglesia porque eso le hacía sufrir mucho. Tuve la oportunidad de preguntarle ¿Qué debía de hacer para acercar más a Dios a mis compañeros? Y él me contestó, que  primero con mi ejemplo y luego con mi oración y mi consejo. Al final pude acercarme a él y le pedí un abrazo y un beso para sus hijos del Perú, y él con mucho cariño lo hizo, sentí un calor muy intenso en mi frente y me encontraba sollozando no recuerdo desde que momento. Después de la tertulia yo me preguntaba cómo podía querer tanto a este sacerdote sin haberlo conocido antes, y más adelante lo entendí.

Regresamos al Perú llenos de alegría. Y me reincorporé a mis estudios en la universidad. Y a mediados del año en Junio se nos comunicó que San José María Escrivá venía a América, pasando primero por Argentina, Chile para luego llegar al Perú, y se nos dijo que no vendría a Piura. Esta noticia fue motivo de gran alegría de muchos y empezamos a organizar nuestro viaje a Lima para poder estar con él. Fletamos dos ómnibus y llegamos un sábado a media mañana y nos enteramos que se encontraba en Cañete y que mañana teníamos una tertulia en el Centro Cultural Miralva. Nos ubicaron en el estrado que era un lugar privilegiado, la tertulia se desarrolló muy animada con preguntas de los presentes y las respuestas del santo, yo me encontraba muy emocionado más cuando hizo referencia a la presencia de la delegación que venía de la universidad, en esos momentos debido a los aplausos  de los que estábamos en el estrado se acercó por mi lado y me toco la cabeza. Cariño que me hizo porque quizás me vió muy emocionado.

Al día siguiente fuimos al Centro Cultural Tradiciones y nos comunicaron que eel santo Jose María había caído enfermo y que estaría en cama hasta nuevo aviso. Esto fue una noticia que nublo un poco nuestra alegría, y en esas circunstancias regresamos a Piura hasta nuevo aviso.

No recuerdo después de cuantos días después nos comunicaron que ya se había repuesto y decidimos viajar otra vez a Lima. Al llegar nos avisaron que tendría un encuentro con los niños del Club Saeta, así que algunos nos alistamos y fuimos. Nos ubicamos detrás de los niños y estábamos solo como espectadores ya que estábamos como colados, la tertulia se desrrolló de modo muy animado con las preguntas de los niños y las respuestas llenas de cariño del santo, al finalizar le cantamos un vals, yo acompañaba a la guitarra pero por el nerviosismo lo debo haber hecho fatal, así que al salir Don Alvaro del Portillo se dio cuenta de mi desolación y me toco la cabeza y me dijo lo has hecho bien hijo mío.

Días después tuvimos otra tertulia solo para gente joven en el Centro Cultural La Arboleda, en Chosica, me ubique en la parte posterior pero muy cerca del santo, se veía el esfuerzo que hacía por mostrarse animado y deseoso de responder a las preguntas que le hacían, y que la gente luego respondía con aplausos. Al finalizar algunos almorzamos en Chosica y regresamos a La Arboleda para ver si podíamos tener un encuentro con el santo pero más familiar, pero esto no pudo ser debido a que se encontraba muy agotado.

Algo que se me quedó muy grabado en mi mente, ya al momentos antes de continuar con su viaje dijo, hijos míos mi venida al Perú habrá valido la pena si por lo menos uno se ha acercado al sacramento de la Penitencia.

 

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