Por Rosa Zeta de Pozo
Profesora Facultad de Comunicación
Universidad de Piura
Los políticos han encontrado en Twitter una ventana para tener una comunicación más directa y cercana con los ciudadanos. Barack Obama y el papa Francisco son los líderes mundiales con el mayor número de seguidores en sus cuentas de Twitter. Enrique Peña Nieto, Juan Manuel Santos y Cristina Fernández destacan entre los presidentes latinoamericanos. Se habla incluso de la Tuitplomacia o la nueva forma de diplomacia digital (Burson-Marsteller, 2015). Sin embargo, hay líderes, como Angela Merkel, que se resisten a usarlo, tal vez por sabiduría prudencial.
Los políticos peruanos también han creado sus perfiles y cuentas para acercarse al público. Esta presencia activa en esta red de información nos permite analizar las posibilidades que ofrece el microblogging, como herramienta de comunicación política.
Con Zamora y Zurutuza (2014), afirmamos que Twitter ayuda a los candidatos a escuchar activamente a los ciudadanos, en una conversación directa. Les permite un estilo personal de campaña, con un discurso humanizado y alejado de lo institucional. Las redes sociales han democratizado la participación política, cualquier ciudadano puede interactuar con su representante político para fiscalizar, criticar su trabajo o hacer sugerencias; todo, en aras de la transparencia en el ejercicio político.
Esta potencialidad no es aprovechada por los candidatos, porque no están usando Twitter para crear un diálogo significativo con sus electores (Adams y McCorkindable, 2013). Los políticos peruanos, únicamente lo utilizan para compartir información, como canal de autopromoción; y para emitir opiniones y quejas, primando las opiniones (Zeta y Atarama, 2015).
En conclusión, se utiliza como una ventana para la proyección de su discurso y de su persona pública. Twitter es más visibilidad que interactividad con la ciudadanía; es decir, su uso como herramienta de comunicación política está en una fase inicial.
Los políticos, según M. Vergeer y L. Hermans (2013), han incluido las redes sociales como un instrumento más de campaña, sin adaptarse a las lógicas comunicativas digitales. Hay que avanzar hasta darles un uso inteligente, como plataforma de diálogo político. Es más que popularidad e impacto. Los políticos deben entrar a ese debate cuasi instantáneo que permiten las redes; saber escuchar a la ciudadanía y analizar los temas sociales relevantes. Y, la ciudadanía no solo debe validar opiniones sino también comentar y aportar valor a los contenidos en el foro virtual, de modo que este se convierta realmente en un escenario de diálogo político, en un entorno ético.