El Covid-19 llegó para cambiar el escenario. En el ambiente se respira incertidumbre y desolación, pero también heroísmo cotidiano. Diversas personas trabajan en primera fila para frenar la expansión del virus, librando una dura batalla.
Por Tomás Atarama. 07 abril, 2020.Estos esforzados defensores de la vida y la salud han demostrado con acciones su vocación de servicio (y de sacrificio). A la par, el mundo comienza a exigir a todos que no permitamos que este virus nos paralice como sociedad, que seamos creativos y que aprendamos a vivir con optimismo en estos tiempos de pandemia.
La migración a la educación virtual
Son muchos los sectores que poco a poco, en total respeto de las recomendaciones de aislamiento social, comienzan a brindar soluciones y a sumar desde su lugar. Uno de los sectores que ha tenido que responder con urgencia a esta situación de crisis es el de la educación.
Investigadores, docentes, alumnos y el equipo administrativo que da soporte a sus actividades han dicho al mundo que la formación no se detiene, que el aprendizaje no se posterga; por ello, en un esfuerzo titánico han implementado estrategias de educación virtual en tan solo unas semanas. Es cierto que existen aspectos de la formación personal que será muy difícil trasladar a la modalidad en línea; sin embargo, es imperativo en este contexto migrar a una educación no presencial.
El salón tradicional de clases es un potencial foco de contagio y, por esto, las medidas preventivas contra la transmisión de este virus han incluido siempre entre sus primeras acciones la cancelación de las clases presenciales a todos los niveles. Y, es posible que una de las últimas actividades que se vuelvan a permitir sea congregar nuevamente a los alumnos en un aula para participar de una clase. Por esto, durante varias semanas tendremos a millones de personas enfrentándose a un nuevo modo de enseñar y aprender.
Aquí, comparto algunas reflexiones para hacer más llevadera esta experiencia y aprovecharla al máximo.
El aprendizaje en red: el alumno y el profesor
El alumno siempre ha sido el eje de la educación; sin embargo, en la educación virtual pasa a ser el protagonista indiscutible. En una sesión magistral en la modalidad presencial, la responsabilidad de desarrollar y explicar los contenidos es del profesor; por el contrario, en el modelo de educación virtual, la clase magistral por videoconferencia es un contenido excepcional, lo que predomina es un trabajo de orientación al alumno para ofrecerle mecanismos que le permitan ir explorando la materia.
Así, en la educación virtual, el alumno, guiado por el profesor, utiliza muchos de los recursos que brinda el entorno digital para acceder a información valiosa y realizar actividades que le permitan afianzar el conocimiento y desarrollar competencias.
La educación virtual se enmarca en una cultura de la convergencia y del compartir; por esto, es recomendable que el profesor señale como material de la asignatura el uso de los diversos recursos formativos gratuitos que se encuentran en el entorno digital, desde un artículo científico hasta cursos completos que se encuentran en línea. Claramente, esta experiencia individual del alumno luego debe debatirse y enriquecerse en el aula virtual.
Universidades de primer nivel tienen recursos formativos libres y, con el desarrollo de la pandemia, se han liberado muchos más cursos y talleres en todo el mundo. La búsqueda de los recursos más idóneos depende de cada profesor, porque cada materia tiene espacios especializados para ello. Se puede ver como ejemplo https://www.kadenze.com y https://devcode.la
En la educación virtual, el rol del profesor contempla la planificación y el acompañamiento del proceso de aprendizaje del alumno para garantizar que se cumplan los objetivos de la asignatura. En este sentido, el profesor ha de ser capaz de facilitar y favorecer el uso del ecosistema de medios en el que se desenvuelve el alumno, como las redes sociales y los entornos colaborativos digitales. Aprovechar estas plataformas interactivas y las actividades en red con una finalidad educativa puede ser una estrategia muy acertada si se sabe manejar.
La evaluación
Es importante hacer referencia también al sistema de evaluación. La evaluación tradicional supone aislar al alumno de cualquier fuente de información durante el tiempo que dura un examen. Esto es imposible en la educación virtual, porque el alumno puede rendir el examen acompañado de todo el material que desee e, incluso, contrastar sus respuestas con un grupo de compañeros en tiempo real. Por esto, es importante diseñar evaluaciones que valoren el desarrollo de competencias.
Por ejemplo, se puede crear foros de discusión para que el alumno periódicamente comente de manera crítica un tema. También es importante dejar pequeños trabajos que tengan una implicación personal muy clara, como aplicar un tema estudiado a su contexto particular o a algún tema específico que al alumno le apasione.
Y, en relación con el examen final, el mecanismo por excelencia es poner una evaluación con un temporizador. Así, por la limitación temporal, el alumno tendrá que concentrarse en responder las preguntas planteadas en vez de dedicarse a contrastar o conversar con otros durante el tiempo del examen.
Superando la crisis con educación
Es importante agradecer a todos los profesores y alumnos que están demostrando en estos días su fortaleza y resiliencia. Son los tiempos difíciles los que evidencian el carácter y aquello de lo que estamos hechos. He sido testigo de que contamos con investigadores y docentes con una vocación clara, que no han escatimado en robar horas al día para capacitarse y poder brindar la mejor educación a sus alumnos.
También, he observado a estudiantes de primera, quienes no solo han tomado un rol activo para informar y transmitir un mensaje de civismo y solidaridad en estos tiempos, sino que han entendido que el valor de cualquier institución educativa reside en sus miembros y en su compromiso con ser mejores personas, cada vez mejor formadas y preparadas para afrontar los retos del futuro.