Después de dos años de mantenernos alejados por la emergencia sanitaria mundial, el 2022-I regresamos paulatinamente a la presencialidad. Lo hicimos con un cúmulo de sentimientos encontrados: con tristeza, por las personas fallecidas debido a la pandemia; con alegría, esperanza y, sobre todo, con mucho optimismo por reencontrarnos, por volver, poco a poco, a la nueva normalidad.

Nos habíamos preparado, desde hacía mucho, tomando todas las precauciones necesarias que nos permitieran retornar de una forma segura. Implementamos medidores de CO2 en las aulas, optimizamos los sistemas de ventilación, construimos aulas al aire libre y nuevos espacios de encuentro en los campus. Renovamos aulas y oficinas, con una nueva distribución y capacidad adaptada; y, seguimos todas las medidas de bioseguridad recomendadas por las autoridades.

En este retorno, reafirmamos que somos y seremos siempre una universidad presencial; valoramos los beneficios de la tecnología, pero tenemos claro que el contacto personal, la cercanía, la accesibilidad, la compañía son parte de nuestro cometido, pues por medio de esta relación surge un vínculo de conocimiento, de aprecio, de cariño que es fundamental para la educación que procuramos.

El 2022 ha sido un año en el que hemos seguido dedicados a la formación integral, a la investigación, a la internacionalización, a las acciones de responsabilidad social, a promover el crecimiento de nuestra comunidad.

Aunque ha sido un año con un ambiente social políticamente convulsionado, el esfuerzo y dedicación de cada uno de los miembros de la universidad han permitido una serie de logros y satisfacciones en todos los ámbitos del quehacer de esta casa de estudios. También, reanudamos las acciones de mejora de la universidad (en formación del personal, capacitación docente y en infraestructura) para servir mejor a nuestra sociedad.